vitoria. El Baskonia se presentará mañana en Barcelona con poco más que jugarse que su propia autoestima. La temporada regular ha dictado que, a estas alturas, sea arduo difícil que uno de los equipos pierda la posición que ocupa en la tabla. A falta de cuatro encuentros por disputarse, los catalanes tienen dos victorias de ventaja sobre el Real Madrid (aunque les queda un enfrentamiento directo, pero se juega en el Palau) y éste, otras dos sobre el Baskonia, que a su vez, mantiene tres encuentros de distancia con respecto al cuarto clasificado. Así que nos hemos plantado en el tramo final de la fase regular con los principales candidatos al título afilando sus armas de cara al play off más que tratando de usurpar a su predecesor en la tabla clasificatoria una posición mejor que le permita optar con un porcentaje de garantías mayor al título.

En esta tesitura se observa a un Barcelona en plenitud de facultades. Se palpa con tan sólo hacerse eco de la paliza que infligió al Unicaja en Málaga la pasada jornada. Cierto es que la caída en barrena que experimentaba el club malagueño no se ha detenido, ni mucho menos, con la llegada al vestuario de Luis Casimiro. Sólo ha ganado un partido de cinco. El primero. Pero si se echa la vista atrás, uno descubre que el desfile marcial que llevó a cabo el equipo de Xavi Pascual ante los malacitanos no es coyuntural. La historia reciente del Regal Barcelona es impoluta.

Los números ubican un plausible impulso en el juego culé tras las dos derrotas sufridas en liga regular de manera consecutiva a principios de marzo. La primera vez que le sucede a Xavi Pascual desde que tomara las riendas del primer equipo. Pero el instinto debe retrasar algo más este punto de inflexión. Exactamente dos semanas y media antes. Un 19 de febrero. El día que el Barcelona perdió, contra pronóstico, la final de Copa del Rey ante el Real Madrid de Pablo Laso. Al parecer es año propicio para el equipo blanco en tierras catalanas.

El palo que supone perder el primer título importante en casa contra el eterno rival no pareció hacer mella en un grupo llamado a conquistar Europa. Primero Mad-Croc en el Palau y, más tarde, el Gescrap en Miribilla caían ante los blaugrana. Sin embargo, en la jornada siguiente, la número 23, los pupilos de Pascual claudicaron en casa ante el siempre serio Banca Cívica de Joan Plaza.

No hubiera pasado de considerarse un pequeño lapso si no se hubiera vuelto a perder tres días más tarde (la vigésimo tercera jornada se jugó entre semana y el Barcelona lo hizo en jueves) contra el Gran Canaria 2014 en La Roca. Es de imaginar que a un ténico curtido, entre otros, a la sombra de Dusko Ivanovic no debió hacerle ni pizca de gracia tropezar dos veces con la misma piedra y menos cuando el equipo se disponía a encarar una fase tan determinante como el play off de Euroliga que otorga el billete para la Final Four. El pasado año, con la fase final en Barcelona, ya pecaron de exceso de confianza. No podía volver a ocurrir.

Así, tras aquella doble decepción, los Navarro, Lorbeck y compañía vencieron al Blusens en casa sin demasiados problemas. Después de aquel partido debían afrontar dos más, también en el Palau, contra el Unics Kazan. Sufrieron, sobre todo en el segundo, pero volvieron a ganar. Tras ello rindieron visita al Valladolid, de nuevo con victoria, y confirmaron su presencia en Estambul. En ese momento, no estuvieron lejos de quebrar la racha ante un pujante Valencia que, de la mano de Velimir Perasovic, ha recuperado la autoestima. Pero consiguieron superar ese escollo. 76-72. El plantel tomaba de nuevo carrerilla.

49-68 en una cancha complicada ante un equipo en un momento dulce de juego como el CAI y 77-61 contra el competitivo Lagun Aro en Barcelona. Este ha sido el bagaje de los blaugrana antes de endosarle al Unicaja una de las palizas del año. Asiduamente no conviene juzgar ni a un equipo ni a un jugador por un sólo partido pero en esta ocasión ese encuentro simboliza el temible estado de forma de un plantel herido en su orgullo. Que sabe que no debe tropezar. Poco más que las sensaciones es lo que se juega el Baskonia en este partido, pero esto es mucho, sobre todo, ante un equipo que no quiere tener que volver a levantarse.