Destrozada y levantada en numerosas ocasiones durante una Segunda Guerra Mundial que castigó en demasía a un municipio que respaldó con tan sólo un 35'5% de sus votos al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, la histórica y reinventada ciudad alemana de Mannheim, desde donde partió el primer gran trayecto en automóvil, ha sido testigo, durante la última semana, del origen de otro viaje de prestigio. Un viaje al profesionalismo, un periplo hacia la ACB, la NBA... ¿Quién sabe? Quién sabe dónde se encontrará el techo de Ilimane Diop.

Pueden establecerse paralelismos -de hecho, ya se han establecido- sobre el desempeño en este torneo de la selección junior recientemente coronada en Mannheim como mejor equipo de la categoría en el planeta con los juniors de oro que partieron el tabú que; para la selección española, al menos; suponía vencer a los norteamericanos; ser campeones del mundo. Incluso los más intrépidos encontrarán similitudes entre el protagonismo y la proyección de Diop con respecto a los que experimentó Pau Gasol en su época juvenil. Sea como fuere, el torneo realizado por el senegalés nacionalizado español de la cantera del Baskonia ha despertado no pocos intereses en el panorama internacional. La ciudad de Mannheim vuelve a traer buenas nuevas para el baskonismo, aunque en la anterior ocasión, en 2002, lo hiciera con el carácter retroactivo que supuso la inclusión en el quinteto ideal de Fernando San Emeterio en un campeonato en el que compartió vestuario con Rudy Fernández, San Miguel, los Urtasun, Jan Martín...

Pero, si bien Fernando San Emeterio es presente de este Caja Laboral, Ilimane Diop es el futuro con mayúsculas. Así lo cree Juan Antonio Orenga, su entrenador en el combinado estatal. "Tiene una progresión evidente", señala, "pero dependerá, sobre todo, de su físico", apostilla. Muchos se sorprenderán de estas declaraciones sobre un jugador cuyo mayor activo, a día de hoy, es precisamente su corpulencia. Así lo ve también el seleccionador de las categorías inferiores en España: "Es un jugador de 2,11 (dicen que podría llegar a los 2,25) con una envergadura de casi 2,30 por lo que es un gran intimidador, no sólo en los tapones que pone sino también en los tiros que cambia". Sin embargo, entiende que "su físico, ahora, le limita en el poste bajo", obstáculo que no es óbice para que el jugador trabaje una agresividad innata y olvidada ya en la pintura del Buesa Arena. "Va muy fuerte, es un jugador que no rehúye el contacto, si puede machacar en vez de dejar una bandejita, lo hace", explica Orenga.

Tras su segundo contacto con Diop -estuvo en Navidad en Barakaldo cuando se juntaron las selecciones sub'17 y sub'18 en un torneo de dos semanas-, el seleccionador es ya sabedor de que es un chico "muy sociable", además de "un jugador listo, inteligente". Quizás todo ello le haya permitido aprovechar a las mil maravillas los minutos que tenía sobre la cancha el único jugador de primer año del combinado estatal en este campeonato. Tercero en el ranking de taponadores del campeonato con 1,7 por partido -apartado dominado tiránicamente por Qi, el último producto de la factoría china de 2,16 metros-, octavo en tiros de campo con un 62% y noveno en la valoración a cuarenta minutos (proyección que se elabora sobre la valoración que se obtendría al jugar todo el partido), Diop ha demostrado ser una crucial pieza de futuro en el equipo nacional y, por supuesto, en el Baskonia tras sus veinte minutos sobre la cancha en Mannheim.

Plan de trabajo Ni siquiera su ausencia de las sesiones matinales le ha rezagado del grupo. "Por la mañana él trabajaba de manera individual, luego, a la tarde, yo le explicaba lo que habíamos hecho y lo entendía perfectamente", concedía Orenga. La razón reside en la asunción de las "pautas que se acordaron con el Baskonia: de entrenamiento individual, dieta, etcétera". Este cúmulo de factores ha hecho que volvamos la vista hacia uno de los proyectos más lustrosos de la cantera baskonista. Alguien que ya estaba allí pero, como suele ser habitual, que precisaba de los focos para llamar la atención. Diop tampoco ha necesitado demasiados. Los justos para dar una leve muestra del potencial que atesora este chico al que "le encanta el baloncesto", como afirma su seleccionador y que, ojalá más pronto que tarde, aunque no conviene apresurarse con un chico de 17 años, "puede marcar diferencias".