Vitoria. Ha tenido que transcurrir la friolera de más de un año y medio para que Nemanja Bjelica, una de las grandes apuestas de Josean Querejeta para mantener el grandioso nivel competitivo del Baskonia durante la última década y una suculenta fuente de ingresos del club vitoriano a medio-largo plazo a poco que explote su talento, comience a emitir señales de vida. Fuera de la ubicación natural para la que fue contratado, reciclado por Ivanovic al puesto de falso cuatro ante su falta de pujanza en las posiciones exteriores, el internacional serbio vive sus momentos más dorados desde que viste la elástica azulgrana.

Está aún por ver si los atisbos de mejoría apreciados ante el Alicante y el Real Madrid gozan de continuidad en el futuro, pero confluyen varios factores como para pensar que el Caja Laboral ya se halla ante una versión más reconocible del cotizado jugador que adquirió hace dos veranos en seria competencia con otros pesos pesados europeos continentales como el Olympiacos. La confianza otorgada por Ivanovic para que juegue los minutos calientes de los últimos partidos, incluso por encima de otros elementos cualificados como Maciej Lampe y Milko Bjelica, resulta sintomático del diferente status que goza en la actualidad dentro del equipo.

Acusado -hasta ahora, con razón- por sus críticos de ser extremadamente tibio y adolecer del carácter necesario para formar parte del universo baskonista, Nemanja ha entrado en combustión con dos destacadas actuaciones ante el Alicante y el Madrid que disparan su cotización para la recta final de temporada. Más allá de firmar en ambas comparecencias sus mejores registros ofensivos de esta temporada, en la que promedia 5 puntos y 3 rebotes en 17 minutos de juego, ha protagonizado otras meritorias acciones en facetas donde no acostumbra a brillar. Por citar el ejemplo más llamativo, un colosal tapón a Mirotic en los albores del choque que levantó al público vitoriano de sus asientos.

Hasta la fecha nunca se le había discutido su talento ni su inmensa clase, que fluyen a borbotones desde que era casi un adolescente, sino su mentalidad para quedarse cruzado de brazos y no rebelarse ante su testimonial presencia a las órdenes del montenegrino. Ahora parece haber aprendido la lección y exhibe otra actitud más ambiciosa. Cuando muchos sospechaban que podía quedarse a medio camino, Nemanja ha dado con la tecla para erigirse en un elemento útil dentro de la rotación azulgrana. Coincidiendo con su reciclaje a una posición más interior, el jugador nacido en Belgrado ha puesto los cimientos para justificar su auténtica valía. Solo queda confiar en que no se produzcan nuevas recaídas y el diamante del Baskonia no vuelva a perderse en su propia frialdad.