Vitoria. Se le había acusado a este Caja Laboral de ser un equipo timorato, dubitativo, corto de alma, sin espíritu. Se le había acusado de todo eso con fundamento. Porque era lo que había demostrado a lo largo de una temporada en la que las competiciones se contaban por decepciones. Y de la noche a la mañana todo parece haber cambiado. O al menos casi todo. La irrupción de Andrés Nocioni en el plantel azulgrana ha supuesto una inyección de testosterona de un valor incalculable para un equipo que ayer se presentó a una de las citas más complicadas de la temporada con la ausencia del MVP de la pasada temporada y no lo acusó. Por una vez, y con la esperanza de que sirva de precedente, Ivanovic pudo alternar quintetos, realizar variaciones tácticas, mover sus piezas en función del momento del partido y todos -o casi todos- sus peones respondieron. Nocioni, que anotó la primera canasta del nuevo pabellón, ha encendido la llama de la ilusión en la hinchada baskonista y ha activado el interruptor del coraje para un equipo que ayer dio muestras de constantes vitales en una cita que invita a soñar con milagros. Sin lujos, con un baloncesto que descansó más en la fe que en la excelencia, el cuadro baskonista se reivindicó con luz y taquígrafos, sacó pecho en una cita en la que no le valía nada más que la victoria. Una derrota, que perfectamente pudo haber llegado si Sergi Llull remata la genial jugada que Laso ordenó ejecutar, habría supuesto un mazazo tremendo para un equipo que necesitaba recuperar la autoestima. Así es el deporte. En ocasiones, demasiadas, una acción de menos de un segundo puede cambiar el guión de los acontecimientos, el presente y el futuro de un equipo que ante los blancos exhibió una imagen que se ha visto en contadas ocasiones esta temporada. Dusko vuelve a contar con su ejército para ensayar el asalto a un nuevo título que hace no demasiado se antojaba imposible, utópico, pero ahora se contempla muy difícil pero no imposible. Más allá de la innumerable sucesión de factores técnicos y tácticos a mejorar contrarreloj, el Caja Laboral de las dudas, este equipo que ha marchado alicaído y con la cabeza baja, ha recuperado la fe en sus propias posibilidades. La sangre argentina marca el camino. Prigioni ha encontrado un cómplice; ha recuperado un amigo. Nocioni tiene ganas de devolver en forma de sacrificio el calor que le ha dispensado la hinchada azulgrana desde su llegada. Pero no están solos. Con un Teletovic apagado pero letal en un discreto segundo plano, un Lampe que quizá debió de contar con más protagonismo al final del partido porque mostró que puede aportar sus dosis de intimidación, Oleson y Nemanja dispuestos a pedir balones para fabricarse sus tiros y gente como Milko Bjelica y Pau Ribas, que siempre suman, dispuestos a partirse la cara, el Baskonia vuelve a ser el Baskonia, o al menos una versión descafeinada pero digna. Sólo las dudas que transmite el relevo de Prigioni, un Heurtel que ayer volvió a quedar retratado en una cita que le vino grande, y quizá la ausencia de un cinco puro para garantizar centímetros en la pintura, siembran ciertas dudas en el horizonte azulgrana. En cualquier caso, siquiera por ese segundo en el que la moneda quiso caer de cara, el conjunto gasteiztarra ha vuelto, habrá que ver si para quedarse. Ivanovic recupera a sus pretorianos. Si el equipo sigue en esta línea, todavía no ha dicho la última palabra en una ACB que ahora mismo se presenta deliciosamente abierta.
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