Vitoria. Como si el reloj se hubiese detenido hace ocho años y no hubiera pasado nada en todo este tiempo, Andrés Nocioni y Pablo Prigioni ya ejercer como los sostenes del carácter que todavía anida en el vestuario baskonista. Ambos se erigieron en los verdugos de un Real Madrid que sucumbió ante la casta y la garra de dos miembros de la dorada generación argentina. El santafesino, que hizo rugir a la grada con sus célebres aspavientos y materializó la canasta de la victoria, sólo ha tardado dos partidos en inocular su fuerza a un colectivo demasiado blanco. El de Río Tercero, por su parte, revivió en la recta final tras un partido donde le costó desplegar su magia por culpa de las faltas. Nemanja Bjelica también cuajó otra notable actuación.