Vitoria. Al personal del Baskonia le ha tocado quedarse este año sin vacaciones de Semana Santa. El club ultima estos días a un ritmo frenético los preparativos para el histórico partido que este lunes enfrentará a los pupilos de Dusko Ivanovic frente al Real Madrid en un duelo que trasciende de lo que puede entenderse por un mero compromiso de la fase regular de la ACB. El remozado Fernando Buesa Arena se prepara para ingresar en la historia. En una jornada repleta de ingredientes, desde la identidad de los contendientes al debut de Andrés Nocioni, el coliseo azulgrana se apresta a acoger un choque que batirá el récord de asistencia a un partido de baloncesto en la competición doméstica y donde la parroquia azulgrana confía en poder asistir a la resurrección de un equipo que por ahora ofrece pocos argumentos para creer en el milagro del cuarto título liguero.
Todo el papel está vendido desde hace días. Salvo una inesperada huida de los socios, en unas fechas en las que algunos aprovechan para escapar unos días de Vitoria, el Fernando Buesa Arena registrará un lleno absoluto en el duelo ante el conjunto madrileño, un partido rebozado con un manto de espectáculos y actividades añadidas que arrancarán una hora antes y que tienen por finalidad conseguir que las 15.504 localidades del recinto encuentren un espectador que permita superar el anterior récord de asistencia, en el que el Caja Laboral, siquiera de manera tangencial, también fue protagonista.
En una temporada en la que la rivalidad vecinal con el Gescrap Bizkaia se ha incrementado a raíz del crecimiento de los bilbaínos, el Baskonia dispone de la ocasión de tomarse una primera revancha numérica. El anterior tope de asistencia a un encuentro de la actual Liga Endesa se registró en la provincia limítrofe, concretamente en Barakaldo, en un derbi que acogió el Bilbao Exhibition Centre y en el que el entonces TAU actuaba como visitante y, como era tradición, se llevó la victoria (76-88). En aquel encuentro, disputado en otra jornada festiva, el Día de Reyes de 2007, se reunieron en el BEC 15.414 personas. Era la sexta ocasión en la que se sobrepasaba la barrera de los 15.000 en la historia del torneo. La del lunes será la séptima.
A la cita no le faltan elementos de atracción, dejando a un lado los ornamentos que se están preparando desde el Departamento de Marketing del club vitoriano. El rival llama. Y este año aún más. El Madrid, campeón de Copa, seguramente el equipo que ha desplegado hasta la fecha un baloncesto más atractivo en la competición doméstica, siempre ha supuesto un reclamo para la hinchada azulgrana. Pero en esta ocasión, además, están en juego las opciones -escasas en realidad- de que el Caja Laboral pueda cerrar la fase regular en la segunda posición de la tabla, que en caso de una hipotética semifinal, seguramente ante el mismo rival, conferiría ventaja de campo.
A todo esto hay que sumarle las cuentas pendientes, los cruces de caminos de varios de los protagonistas y los duelos personales o colectivos. Y para empezar figura el hecho de que el técnico del equipo blanco es un vitoriano, que fue estrella en el antiguo Taugrés y se marchó después al propio Madrid. Pablo Laso es sólo uno de los bases que encontrarán en este partido una motivación especial. El otro es un Pablo Prigioni que ya ha conseguido que todos (o casi) los aficionados del Caja Laboral le perdonaran su traición en un viaje que tuvo como destino el club capitalino.
El Buesa Arena, un escenario poco propicio para el Madrid, donde sólo ha ganado en una de sus nueve últimas comparecencias, revivirá el encuentro de Maciej Lampe con el club en el que se formó como jugador, Oleson se verá las caras con el equipo que no le quiso y, por encima de todo, estará Felipe Reyes. No habrá excusa para fallar. La historia aguarda al Buesa Arena. El baloncesto, al Caja Laboral.