vitoria. El Buesa Arena se convertirá el lunes en el escenario de un choque de estilos. El mejor ataque de la ACB se enfrentará a la segunda mejor defensa. Uno de los equipos que más posesiones disfruta cada partido tratará de asaltar el feudo de un Caja Laboral que, este año, ha hecho de la pausa su modo de vida. El conocimiento del juego y la capacidad para meter cloroformo a los partidos se situará en uno de los lados de una balanza que al otro sostendrá el peso del baloncesto eléctrico y desenfadado de los dos directores a los que Pablo Laso ha concedido el timón, con buenos resultados por el momento.

Los sergios, Llull y Rodríguez, han crecido al abrigo del técnico vitoriano, que por propia experiencia comprende mejor que nadie las características peculiares de los jugadores que ocupan el puesto en el que él se convirtió en leyenda del baskonismo. Los dos timoneles isleños, el uno reconvertido, el otro recuperado, han definido el estilo de un Madrid que en poco tiempo cosechó muchos más elogios de los que despertó el encorsetado y multimillonario plantel que en su día configuró y llevó a la deriva Ettore Messina. Con Laso, la afición del Madrid ha vuelto a divertirse. Y de esto tienen mucha culpa sus dos bases, cuyo duelo con su excompañero puede definir en gran medida el resultado de un partido que en Vitoria destila el aroma de las grandes ocasiones.

Llull y el Chacho se han consolidado como una pareja mucho más solvente de lo que muchos pensaban cuando arrancó el curso. Al igual que su entrenador, se han ganado el respeto de todo el mundo a raíz de desplegar un baloncesto desenfadado, atractivo, que abusa de la transición pero que les ha permitido erigirse en la pareja de bases que más asistencias ha repartido por cita tanto en la Euroliga como en la ACB. Entre el mallorquín (4,26) y el canario (4,04) conceden más de ocho pases de canasta por cita a sus compañeros. Prigioni no les anda a la zaga, porque reparte 3,56 asistencias por partido, aunque numéricamente la batalla puede resultar un tanto desigual, salvo que Thomas Heurtel tenga el lunes uno de esos días en los que le da por sumar. El francés, pura incógnita, no ha tenido demasiados. El lunes, por sus características, tendrá dos modelos opuestos de los que aprender. Sólo uno saldrá victorioso.