vitoria. Era sólo una cuestión de tiempo. Todas las señales aventuraban una resolución como la que se ha producido. El peso de la tradición, de la costumbre en un equipo en el que rige una ley que en los últimos tiempos muchos se atreven ya a poner en entredicho. Reggie Williams dejó la tarde de ayer de formar parte de la plantilla del Caja Laboral. La directiva baskonista alcanzó un acuerdo con el escolta de Virginia para rescindir el contrato que hace apenas tres meses selló con el club vitoriano por una temporada. El jugador reclutado en un principio para dotar de lustre y talento a un plantel que la afición contemplaba con cierto desánimo, plano en exceso, apenas ha podido ofrecer con cuentagotas pequeñas dosis del enorme talento que atesora y que lo convirtió, quizá con demasiada antelación, en uno de los grandes atractivos en el arranque de la presente campaña de la ACB.

La implacable guillotina de Dusko Ivanovic, un técnico que tiene tan claro el perfil de los jugadores que quiere bajo su mando como el de aquellos que no casan con su filosofía, se ha cobrado una nueva víctima. Williams, el jugador que más ilusión generó entre la hinchada azulgrana durante el periodo estival de contrataciones, abandona el Baskonia por la puerta de atrás. Aquejado de una lesión crónica en la rodilla, incluido en el grupo de sospechosos habituales que el técnico elabora cada ejercicio, jamás ha ofrecido la sensación de ser un activo importante de un equipo que, por otro lado, añora dolorosamente la aportación ofensiva de un anotador compulsivo. Reggie lo era. Lo es. Lo demostró en los Warriors. Pero no ha podido hacerlo en el combinado vitoriano.

Por un lado, se lo ha impedido la bursitis que arrastra en su rodilla izquierda. Se trata de una lesión crónica que podría obligarlo a pasar por el quirófano y que en cualquier caso se manifestó nada más aterrizar en la capital alavesa. Bastaron unos minutos a las órdenes de Ivanovic, en una de esas tan comentadas como temidas sesiones físicas de pretemporada, para que los problemas físicos del jugador estadounidense afloraran. Williams apareció cojeando en la carpa que el Baskonia había colocado en la Plaza de la Provincia. Aunque el club lo haría público un día después, el jugador ya compareció en su presentación oficial lesionado. Su aventura en la capital alavesa comenzaba con mal pie. Pésimos augurios. Le aguardaban cuatro semanas de baja y una cruz. Jamás la levantó.

A pesar de haber llegado con la vitola de killer, con el cartel de escolta anotador que el Baskonia lleva buscando desde la marcha de Igor Rakocevic, Williams nunca llegó a gozar de un papel protagonista en el Caja Laboral. Ivanovic no es amigo de regalar minutos. Nunca lo ha sido. El preparador balcánico establece un listón de exigencia elevado y no todos los jugadores que se ponen a sus órdenes consiguen rebasarlo.

Williams presentaba un perfil poco proclive a casar con el que, en cualquier caso, sigue siendo el técnico más laureado en la historia del club. Jugador exterior, de color, norteamericano... Los precedentes, el más reciente el de David Logan, invitaban a recelar del éxito de su incorporación. Pero parecía llegar con hambre. El lockout le había pillado sin contrato y arribaba a Vitoria con la necesidad de firmar una temporada notable para ganarse un hueco en algún equipo de la NBA.

equipo justo de talento En un equipo donde las hormigas triunfan sobre las cigarras, donde el compromiso cotiza por encima del talento, Williams se ha convertido en la enésima víctima de la guillotina de Ivanovic. Se une a una lista en la que aparecen nombres como los de Haislip, Eliyahu, Lofton, Betts, Bell... Muchos se preguntarán si algunos de estos jugadores podrían haber dado más de sí en este equipo de haber sido otro el entrenador.

Resulta imposible predecir si Reggie habría triunfado en Vitoria en otras coordenadas. Desde luego, Ivanovic tampoco ha puesto de su parte para que su aportación se aproximara más a lo que casi todos esperaban. En ninguno de los diez partidos que ha disputado con la elástica azulgrana ha superado los 18 minutos sobre el parqué, y en el único que jugó como titular, el de Olympiacos en Euroliga, desapareció a los ocho minutos para, pese a haber cuajado una más que decente actuación (4 puntos, con 2/2 en tiros, 2 rebotes, una asistencia y un robo), no volver a pisar parqué. El exjugador de los Warriors ha sido siempre el tercer escolta, por detrás de Ribas y Oleson, y ha entrado en ese grupo de jugadores que se saben sujetos al castigo si cometen el menor fallo.

Su marcha reabre el debate sobre la composición de una plantilla que se antoja insuficiente para acometer grandes empresas. La llegada de Goran Dragic cubre en principio su vacante. El jugador esloveno, que sigue a la espera de la resolución del lockout, podría servir como comodín para Ivanovic en vista de las dudas que genera el joven Thomas Heurtel en el puesto de base. En cualquier caso, el equipo azulgrana sigue careciendo de la figura del anotador compulsivo que se creyó recuperar hace unos meses con el fichaje de Williams. Con el escolta de Virginia fuera del equipo, ahora todas las miradas se centran en Joey Dorsey. ¿Será el siguiente? Ivanovic tampoco puede permitirse excesivos caprichos. El equipo genera dudas y su puesto también puede peligrar.