Vitoria. Un triunfo más a cambio del más absoluto desierto baloncestístico. Nada que llevarse a la boca más allá de la alegría final en espera de un golpe de gracia que devuelva el buen juego extraviado. El Baskonia sometió ayer a la revelación liguera en otro partido entre tinieblas y malo de solemnidad donde, trasladado a un símil futbolístico, volvió a patentar el catenaccio. En esta carrera de fondo que se ha convertido la titánica pelea en la ACB y la Euroliga, sin embargo, el equipo vitoriano sigue rezagado y emitiendo unas señales preocupantes. Gana la mayoría de las veces porque el guión previo así lo indica y por una simple cuestión de amplitud de recursos con respecto al rival, pero su maltrecho rumbo no invita a nada positivo por segunda temporada consecutiva. Huérfano de los estilistas de antaño que le condujeron hacia unas cotas insospechadas, ya no le sobra casi nada y cualquier forastero instala la angustia a poco que exhiba unas coordenadas de orden, disciplina y agresividad defensiva.

El Lucentum colocó un nudo en la garganta a falta de cinco minutos (53-53), pero minadas sus fuerzas careció de oxígeno en la foto finish para propinar un nuevo disgusto a nivel doméstico. Con un parcial de 10-2 en los últimos compases, sostenido por su pareja más fiable ante el sospechoso absentismo del resto, el cuadro alavés resolvió un duelo que, si bien le asienta en la zona noble de la clasificación, dejó otra vez más sombras que luces. Transcurren las jornadas, aunque vicios del pasado permanecen inalterables. Preso de una atroz melancolía, la ansiedad y un inquietante miedo a fallar que no es propio de estas alturas de la campaña, su futuro aparece teñido de nubarrones. Y lo peor es que, pese a las victorias puntuales, no se atisba manera de que este colectivo tan encorsetado y sujeto a los férreos dictados de su entrenador recobre el dinamismo y la alegría de antaño. Cierto es que ha dilapidado en los últimos tiempos ingentes dosis de talento, pero varios jugadores llamados a dar un salto de calidad a la plantilla continúan anclados en la mediocridad y lastrados por una preocupante falta de confianza.

Condenado sistemáticamente al cinco contra cinco posicional, donde un base tan clarividente como Prigioni es incapaz de encontrar socios a los que nutrir, y sin opción alguna de que sus velocistas brillen al contragolpe, todos los partidos empiezan a discurrir por el mismo cauce soporífero. Para solventar las situaciones límite, ya no queda otra que bajar al sótano y efectuar un trabajo subterráneo que, cuando enfrente aparezcan los grandes miuras, tendrá visos de resultar insuficiente.

Los bomberos de siempre Entre el sopor y los bostezos generalizados por un baloncesto que no se corresponde con el de un aspirante a los títulos, el Caja Laboral despachó otra jornada liguera con el brillo justo. Cuando la situación se torna angustiosa, emerge la pareja de siempre sin que otros potenciales aspirantes a romper la monotonía aporten algo de savia fresca. San Emeterio y Teletovic volvieron a sacar las castañas del fuego en un epílogo que propició un marcador, a todas luces, engañoso e injusto con los méritos alicantinos. Si el omnipresente cántabro -ya en su versión más reconocible- ejecutó una eficaz labor de fontanería rebañando los balones sueltos, el bosnio ejerció como el abrelatas letal para el que no existen antídotos. En el actual entramado baskonista, donde anotar una canasta en estático se ha convertido en poco menos que un suplicio, el capitán es oro puro.

El plan trazado por Txus Vidorreta estuvo a punto de dar sus frutos de no ser por su falta de fe y el vértigo acreditado por su plantel. Intensa presión en las líneas de pase, ayudas defensivas, posesiones largas, continuos unos contra uno de Ivanov a Teletovic para minar el flanco más débil azulgrana... Cuando el conjunto levantino había hecho lo más difícil, se desinfló en el peor momento. Su parálisis ofensiva en el tramo final le impidó refrendar su meritorio papel y asaltar el coso taurino. Como el mal estudiante que deja los deberes para el último instante, los murmullos dieron paso a las palmas. Beneficiado por un calendario de lo más asequible, el Baskonia va resolviendo etapas favorablemente. Lo hace, eso sí, sin la contundencia que debería abanderar un favorito.