Vitoria. El Caja Laboral cosechó ayer una plácida victoria en Valladolid que únicamente se vio puesta en tela de juicio en la recta final del segundo cuarto en cuanto se confabularon varias noticias negativas para sus intereses. Un partido dominado hasta ese instante de cabo a rabo por los alaveses llegó igualado al descanso en el preciso momento que desaparecieron de la pista los dos pívots titulares que Dusko Ivanovic puso en liza en el Polideportivo Pisuerga. En primera instancia, Kevin Seraphin, desgastado en su marcaje al móvil Seawright, y a renglón seguido Teletovic, éste de manera más infantil tras un leve empujón a Isaac López sancionado por los colegiados, las dos boyas azulgranas incurrieron con excesiva celeridad en su tercera personal antes del minuto 16.
Condicionados ambos ya para el resto de la confrontación, no volverían a regresar al primer plano hasta la vuelta del intermedio. Durante ese corto tramo hasta la llegada del periodo para la reflexión, el Caja Laboral perdió el norte huérfano de las dos referencias interiores que habían contribuido de manera decisiva al cómodo despegue en el marcador. Visto que el experimento con Joey Dorsey, todavía falto de ritmo tras disputar ayer sus primeros minutos oficiales en la Liga ACB, resultó fallido en el primer cuarto y que el fornido poste de Baltimore no estaba en condiciones de aportar minutos de calidad, Dusko Ivanovic depositó su confianza en Nemanja y Milko Bjelica para las posiciones más cercanas al aro.
El primero acreditó sus problemas en el desplazamiento lateral como falso cuatro, mientras que el segundo tampoco aportó los intangibles que demanda el técnico montenegrino. Sin ser los jugadores balcánicos los únicos culpables del pequeño desaguisado -un apagado Prigioni también cedió en ese momento el testigo de la dirección a Heurtel-, la estabilidad vitoriana perdió muchos enteros. El Valladolid, revolucionado por el navarro Ricardo Uriz, vivió sus mejores momentos sin la permanente amenaza del francotirador bosnio y la intimidación del fornido galo, que en los primeros compases había gobernado con puño de hierro la pintura gracias a sus tapones.
Vuelta a la normalidad Merced a un parcial de 15-6, los discípulos de Luis Casimiro llegaron a ponerse un punto por encima en el electrónico (34-33), alentando las ilusiones de su desangelada afición. Sin embargo, ese conato de insurgencia quedó, a la postre, en anécdota. Ivanovic no dudó en devolver al primer plano al comienzo del tercer cuarto a sus mejores exponentes interiores pese al elevado riesgo que suponía una tempranera cuarta falta. El Baskonia volvió a recuperar el equilibrio, se endureció atrás y sometió con suficiencia a un anfitrión sin recursos. Seraphin firmó cuatro puntos consecutivos antes de que San Emeterio y, sobre todo, Teletovic destaparan el tarro de las esencias. El capitán azulgrana, que apenas había totalizado tres pírricos puntos hasta ese momento, disparó sus dígitos con una facilidad pasmosa, igualando al cántabro como máximo anotador del anodino pulso.
Con sus aciertos y errores producto de la juventud de un chico de apenas 21 años, una conclusión nítida del partido de ayer es que Seraphin aporta las mayores gotas de consistencia a un juego interior cogido todavía con alfileres. Lástima que el lockout esté a punto de llegar a su fin y el galo deba emigrar a los Wizards de Washington.