Las Palmas. Pocas pistas como La Roca dentro de la Liga Endesa constituyen una prueba de fuego tan fehaciente para medir la temperatura de un forastero. El Gran Canaria, huérfano del instinto asesino de Carroll y la versatilidad de Wallace, no infunde tanto pavor como antaño, pero sigue conservando su mejor aliado en su bulliciosa grada que jornada tras jornada se convierte en su sexto hombre. Por eso, el calendario depara esta mañana al Baskonia la primera reválida de entidad a la hora de constatar su grado de forma.
En la olla a presión insular, donde un partido se convierte en un desafío para los más valientes debido al asfixiante calor y la elevada humedad, la tropa de Ivanovic buscará revertir la inquietante inercia de sus últimas visitas a Las Palmas, donde suele derretirse por escasos márgenes en medio de una insoportable atmósfera ambiental. Si bien en el Centro Insular de los Deportes selló la pasada campaña su billete para las semifinales de la ACB, el desenlace de los recientes partidos correspondientes a la fase regular arroja un balance peligroso. Por si fuera poco, el Gran Canaria comparece herido en su orgullo tras su hiriente derrota del domingo en Málaga después de un último periodo caótico.
Tras sembrar de optimismo el futuro con unas buenas actuaciones tanto en la Supercopa como en la visita del Cajasol, el Caja Laboral apuesta por seguir consolidando sus progresos e infundiendo respeto entre sus rivales directos. Y, para ello, un triunfo en tierras insulares elevaría su crédito. El conjunto alavés, aún lejos de su estado ideal y sumergido en la compleja tarea de definir roles, trata de edificar unos sólidos cimientos en primera instancia con la consecución de buenos resultados. Dada la drástica limpieza acometida en el vestuario para olvidar los sinsabores del pasado ejercicio, es previsible que un baloncesto de altos quilates se demore en el tiempo y la consigna en estos compromisos iniciales resida en apelar a la practicidad.
Para salir vivo del pequeño infierno amarillo, las premisas pasan por exhibir una defensa granítica, suturar la herida del rebote e imprimir un alto ritmo de juego para no caer en el monótono ritmo del anfitrión, que de la mano de Pedro Martínez basa su éxito en el orden, la disciplina, su extrema seriedad atrás y el equilibrio interior-exterior. Obligado a desprenderse de sus principales figuras, que han puesto rumbo a los todopoderosos del torneo, el técnico catalán dispone de un plantel, a priori, de menos calidad que en el pasado donde sobresale el nacionalizado georgiano Marquez Haynes. La principal estrella de un bloque con otros lugartenientes interesantes como el guerrillero Xavi Rey, el fornido alero Bramos y el individualista Taurean Green.