El primer encuentro de cualquier temporada siempre reúne unas connotaciones especiales. Romper el hielo nunca resulta sencillo y suele resultar una fecha propicia para las sorpresas. Pero es que además, cuando ese estreno se produce como local la cita se convierte en una oportunidad única para que los aficionados se hagan una primera idea de lo que van a disfrutar -o sufrir según los casos- durante los intensos meses de competición. Pues bien, los 7.600 espectadores que en la tarde de ayer se acercaron al Iradier Arena a presenciar en directo el debut en la Liga Endesa del Caja Laboral regresaron a sus casas con la sensación de haber asistido a una ejecución perfecta del guión previsto.

Y no solamente porque el conjunto de Dusko Ivanovic lograra deshacerse -no sin problemas, eso sí- del Cajasol. Al margen del desenlace definitivo de la contienda, lo que depararon los cuarenta minutos de esfuerzo por parte baskonista fue una prolongación de lo que ha sido una constante en los últimos ejercicios. Porque fue precisamente la vieja guardia de la escuadra azulgrana la que sostuvo al grupo en los peores momentos y se convirtió en protagonista en los más brillantes hasta conseguir estrenar el casillero de victorias.

A los nuevos fichajes, les tocó en esta oportunidad desempeñar un papel secundario en el descorche de la competición oficial. Incluso los que disfrutaron de más minutos de juego y ofrecieron un rendimiento más lucido -casos de Seraphin y Heurtel- tuvieron que rendirse ante el empuje de sus compañeros con más experiencia en las filas del Baskonia.

De esta manera, la tripleta compuesta por Pau Ribas, Mirza Teletovic y Brad Oleson se convirtió en el principal estilete tanto ofensivo como defensivo para conseguir superar definitivamente la férrea resistencia sevillana. A ello también contribuyeron, aunque en menor medida, un San Emeterio que tuvo muchos problemas para contener a Jasen y un recién llegado con galones de gran capitán como Pablo Prigioni.

De los fichajes, el más consistente fue el joven francés Heurtel que en los poco más de veinte minutos que estuvo sobre el parqué imprimió un ritmo e intensidad notables aun a costa de pasarse de revoluciones en algunos momentos. También tuvo una presencia importante con media hora de juego Kevin Seraphin. El pívot francés, sin embargo, aunque no se le puede negar el trabajo, pasó por prolongadas fases de desaparición. Además, al igual que todo el equipo, fue superado con enorme claridad por el potente rebote ofensivo del Cajasol.

Bastantes más sombras presentaron las actuaciones de Milko Bjielica y Reggie Williams. El montenegrino pasó por el encuentro sin pena ni gloria durante los casi diez minutos de juego que le concedió su compatriota Ivanovic. El americano, por su parte, tuvo una presencia meramente testimonial (3.44) en el epílogo del primer periodo para no volver a aparecer en todo el partido y fue el único integrante de la plantilla baskonista que concluyó el choque con valoración negativa.

Igualmente lejos de lo que se espera de él estuvo el serbio Nemanja Bjelica que, al menos, convirtió un triple importante para romper uno de los atascos que afectó al juego ofensivo baskonista. En definitiva, que la primera comparecencia de la temporada del Caja Laboral se saldó con los habituales tirando del carro y los nuevos tratando de alcanzar cuanto antes su ritmo. El tiempo dirá si son capaces de ensamblarse a la máquina.