pocas veces la afición baskonista aguardaba una puesta de largo oficial con tantas ganas como la de ayer. Tras un largo verano -aún inconcluso en materia de fichajes-, los seguidores vitorianos esperaban ansiosos por comprobar si los recién llegados vislumbran síntomas de esperanza. Y si a esto le sumamos la posibilidad de estrenar el que durante los próximos meses será el nuevo hogar azulgrana, el choque ante el Real Madrid acumulaba toneladas de interés y morbo. Por encima de sus tres compañeros, el hombre al que todos aguardaban era Pablo Prigioni. Nadie quería perderse el momento en el que pusiera su pie en un abarrotado Iradier Arena. Los acontecimientos se desarrollaron de forma, cuanto menos, curiosa. En su presentación, el base argentino fue recibido con división de opiniones, con un buen número de pitos procedentes de la grada. Después, cuando saltó al parqué en el minuto 5, los aplausos ya empezaban a enterrar a la música de viento. Pero no fue hasta el tercer cuarto, convertido en uno de los estiletes del equipo con un inabarcable despliegue de sus mejores artes, cuando Prigioni -5 puntos, 5 rebotes y 2 asistencias en 26 minutos- pudo por fin respirar tranquilo. La gran mayoría de la afición baskonista, impresionada con su juego y aupada por la añoranza de recuperar a su mejor versión, indultó definitivamente al exjugador del Madrid, que tras el choque fue uno de los últimos en abandonar la cancha entre aplausos.

Reconvertida definitivamente al prigionismo, la grada del Iradier Arena viró entonces su mirada en busca del que parece dispuesto a convertirse en uno de sus nuevos héroes. Al menos mientras esté en Vitoria. Kevin Seraphin, una auténtica bestia de la naturaleza bendecida por si fuera poco con un estimable talento para el baloncesto, salió, saltó para machacar el aro -aunque sin éxito- y abrió las bocas de todos los presentes impresionados con la potencia de un perfil de jugador del que el Baskonia ha carecido en años previos. El pívot francés -8 puntos y 3 rebotes en 9 minutos- se fajó con solvencia en la zona ante hombres como Tomic, Velickovic o el gigante Begic en el poco tiempo que Ivanovic le concedió, aunque al cinco de los Wizards le dio tiempo a cometer cuatro faltas y empezar su adaptación al arbitraje ACB.

En contraposición, y pese a ser el tercer azulgrana con más minutos, Milko Bjelica -6 puntos, 2 rebotes y 5 asistencias- mostró algunas carencias a la hora de defender a los interiores de Laso. No es aun estrella ni se le ha fichado para ejercer como tal, pero deberá mostrar más en la pintura para convencer a Ivanovic. Eso sí, de los cuatro fichajes baskonistas, el que ayer se llevó el premio al jugador que más sufrió las correcciones del técnico montenegrino fue sin duda Thomas Heurtel. El timonel galo -4 puntos y 2 asistencias en 13 minutos- jugó demasiado acelerado y con una evidente ansia por anotar y agradar a sus nuevos aficionados. Ivanovic será el encargado de pausarlo.