HOUSTON. La cancelación de la apertura de los campos de entrenamiento de la NBA y 43 partidos amistosos de preparación confirmó el actual estancamiento en las negociaciones para la firma de un nuevo convenio colectivo y la imagen de unidad que ambas partes muestran ante el conflicto. Sin embargo, los que conocen la posición de los dueños aseguran que no sólo hay unidad entre ellos, sino que no van a forzar ningún cambio en sus posiciones económicas y esperan con tranquilidad que sean los jugadores los que hagan las concesiones que consideran "básicas" para alcanzar un acuerdo.

Los dueños saben que la pretemporada no se va a realizar y, por lo tanto, que una parte o toda la competición regular también se puede perder como sucedió en 1998-99, la primera y única huelga que habido hasta ahora en la NBA, cuando sólo se disputaron 50 de 82 partidos. Precisamente, entienden que con la firma del antiguo convenio se equivocaron al darle a los jugadores un 57 por ciento de los ingresos conseguidos anualmente para pagar sus salarios, además de contratos garantizados y de larga duración. El sistema financiero regido hasta ahora ha provocado que la NBA saltase por los aires con pérdidas millonarias por parte de más de 20 equipos de los 30 clubes que forman la competición. Pese a que la liga les ha demostrado con números las pérdidas, los jugadores mantienen que éstas son cuestionables y rechazan de plano que sean consecuencia de lo establecido en el antiguo convenio. Un rechazo que para los dueños es la muestra de que no quieren negociar de "buena voluntad".

El comisionado de la NBA, David Stern, también ha reiterado que sin la aceptación por parte de los jugadores, algo que es necesario para cambiar el sistema financiero, no se puede avanzar en la solución del problema. "Todas las partes debemos reconocer y admitir la realidad financiera que existe en la NBA y la misma no es buena para 23 de los 30 equipos. Por tanto, cuando tengamos firmado un nuevo convenio esta situación tiene que haber cambiado por completo", defiende.

El comisionado de la NBA es el más interesado en evitar una segunda huelga, porque serán las dos manchas que le queden a su brillante gestión. Pero a la vez también sabe que el futuro económico de la liga está en juego con la firma del nuevo convenio. Los dueños, con la primera cancelación de la pretemporada, han conseguido poner la presión en el campo de los jugadores, que tendrán la verdadera prueba de fuego cuando desde noviembre no reciban los primeros cheques que les correspondería para comenzar a cobrar sus salarios anuales. La mayoría cobra sus cheques de salario de noviembre a abril y los que lo tienen repartido en 12 pagas, la última la reciben en julio.