Vitoria. Thomas Heurtel estrecha la mano con fuerza mientras recibe a su interlocutor con un escueto "hola", pero respira aliviado cuando se le insta a conversar en inglés en lugar de echar mano de su todavía limitado castellano: "Mucho mejor". El efímero sol vitoriano que azota la entrada al BAKH al mediodía hace brillar su tez palidísima, pintada de un blanco tan lechoso que se atreve a rivalizar con el del alaskeño Brad Oleson. Educado y amable en el trato, este antiguo estudiante de Comercio recorre las instalaciones del BAKH hasta sentarse en la silla que ocupará durante la entrevista. Como los fumadores que no saben qué hacer con sus manos cuando no sujetan un cigarrillo, Heurtel coge un balón del suelo que no soltará hasta finalizar la conversación. Lleva apenas tres semanas de entrenamientos, pero una lesión a las primeras de cambio le mantiene apartado del equipo.

¿Cómo se encuentra de su tendinitis en la pierna? "Bien, no hay problema. Durante el verano me preparé a conciencia físicamente y esto es sólo un pequeño contratiempo. Llegaré sin problemas para la Supercopa contra Bilbao", asevera.

Heurtel ha tenido que aguardar cinco años para iniciar una aventura que ya estuvo a punto de acometer cuando era un adolescente. Con 17 años, mientras despuntaba ya en el PAU Orthez, un representante del Baskonia viajó a su Béziers natal para convencerlo de que fichara por el conjunto vitoriano. Siempre al acecho de las jóvenes promesas, el club azulgrana le ofreció criarse como jugador en tierras alavesas, pero no consiguió convencerlo. "Me explicaron que estaban muy interesados en mí, pero tenía 17 años y me asustó la idea de venir yo solo a España. Acabé fichando por el Asvel", explica el jugador como si se retrotrajera dos décadas atrás. Ahora, con 22 años, el destino ha vuelto a unir su futuro al del Caja Laboral, que abonó alrededor de 150.000 euros al equipo galo para hacerse con los servicios del timonel de 1,89 metros, que realmente nunca ha llegado a jugar con el Asvel.

"Cuando llegué allí el entrenador no me quería y me cedieron al Estrasburgo. Al volver me ofrecieron una segunda cesión y les dije que no quería jugar más en Francia, así que me enviaron al Alicante. Fue una buena experiencia", subraya. A mitad de la pasada campaña, el Baskonia estuvo a punto de incorporarlo para apuntalar la dirección de juego. Llegó a un acuerdo con el Asvel, pero el Meridiano Alicante no pudo encontrar a un sustituto y Heurtel se vio abocado a continuar allí en lugar de adelantar unos meses su aterrizaje en el Buesa Arena.

"No me había ido muy bien con Óscar Quintana, pero todo cambió con Txus", incide en referencia al bilbaíno Txus Vidorreta, tan fascinado con el talento de su por entonces pupilo como desesperado por su tendencia a la anarquía en los momentos más inoportunos. Los gritos del técnico al jugador cuando éste se detuvo a atarse los cordones de la zapatilla en mitad de un partido ante el Joventut aún se escuchan en el pabellón alicantino. Tal vez por eso, cuando el Baskonia anunció su fichaje muchos se preguntaron si encajaría con un entrenador como Dusko Ivanovic. Al menos Heurtel tiene una ventaja respecto a muchos de sus actuales compañeros.

"Él habla bien francés, así que por ahora mantenemos una buena relación. Hablamos muchas veces, pero es mi entrenador. Un entrenador nunca puede ser tu amigo. Esto es deporte, es un trabajo", explica antes de detallar algún detalle de la primera conversación que mantuvo con Ivanovic en los primeros días de la pretemporada. "Me dijo: tienes que aprender muchas cosas sobre el baloncesto, y yo te las voy a enseñar", recuerda Heurtel. Este verano, la marcha de Marcelinho Huertas al Barcelona y el posterior fichaje de Pablo Prigioni ha dejado a Heurtel en medio de un cambio de piezas que le afecta notablemente. El argentino, a sus 34 años, será su nuevo compañero de posición partiendo con una ventaja que él no tiene: conoce a Dusko y sabe lo que el técnico espera de un base. "Creo que para mí va a ser mejor estar con Prigioni. Es más veterano, tiene más experiencia y me puede enseñar mucho, tal vez todo, sobre este deporte", asegura.

Precisamente, el recuerdo de predecesores en su puesto como Prigioni o Calderón fue un aliciente para que Heurtel tuviera entre ceja y ceja recalar en el Baskonia. "Por aquí han pasado jugadores que llegaron jóvenes y han acabado convirtiéndose en auténticas estrellas, como Calderón, Nocioni, Scola... Yo espero ser el siguiente, pero por ahora no es más que una esperanza. No soy de los que andan todo el tiempo soñando con el futuro. Por mi cabeza sólo pasa el Baskonia", sostiene el jugador, que llega con un contrato de cuatro temporadas dispuesto a asentarse en el club y la ciudad . Un objetivo en el que su compañero Pau Ribas está ejerciendo de cicerone: "Hay muy buen ambiente en el equipo, aunque todavía quedan jugadores por llegar. Soy joven y me gusta relacionarme con mis compañeros, no soy de los que se apartan". Por ahora, los aficionados deberán aguardar hasta la Supercopa para verle jugar.