Vitoria. Cotos vetados a la sorpresa. Si el Barcelona impuso la lógica en la ACB, los restantes clásicos de la Euroliga hicieron lo propio en sus respectivas ligas nacionales durante el pasado ejercicio. En ellas apenas se registraron sorpresas y los tradicionales dominadores de los últimos años que año tras año se erigen en rivales del Caja Laboral fuera de las fronteras volvieron a hacer diana a la hora de izar el título. De esta manera, los tiranos con nombres y apellidos bien diferenciados que todas las campañas aspiran a disputar la Final Four refrendaron su abrumadora superioridad con victorias que formaban parte, a priori, de todos los pronósticos.
De la misma manera que el conjunto adiestrado por Xavi Pascual impuso su mayor amalgama de recursos en España, otros países asistieron al nítido dominio de sus principales ogros. En Rusia, por ejemplo, el CSKA alivió en parte las penas de su dolorosa eliminación continental con la conquista de su novena liga consecutiva tras sobreponerse al susto inicial que le propinó el Khimki. El Maccabi, que nunca encuentra oposición en Israel, ya está a punto de alcanzar el medio centenar de títulos tras doblegar en la final al Gilboa Galil. Quien también hizo gala de su célebre solidez en Italia fue el Montepaschi, cuya quinta corona consecutiva ante el sorprendente Cantu volvió a premiar la excelente gestión deportiva y económica de un club que en Italia exhibe con puño de hierro su superioridad durante los últimos tiempos. Al cuadro toscano no le va a la zaga el Panathinaikos, que puso el broche de oro a su excelente temporada con su noveno título consecutivo en Grecia y, por enésima ocasión, dejó con la miel en los labios al Olympiacos, el eterno aspirante que es incapaz de derrocar a los discípulos que sabiamente adiestra Obradovic.
El Fenerbahce de Neven Spahija, que fracasó en la Euroliga al quedar fuera de combate en el Top 16, vio en parte recompensada su fortísima inversión con su cuarta liga turca en las cinco últimas temporadas. Su víctima en la final fue el Galatasaray, cuya derrota permitió al Bilbao Basket asegurar su presencia en la fase de grupos de la Euroliga. En Lituania, el Zalgiris puso fin al monopolio del Lietuvos Rytas con un título que, combinado con el de la Liga Báltica, amortigua las penas del calvario económico que atraviesa el club presidido por Arvydas Sabonis. Siguiendo en los países del Este, el Prokom sumó su octava corona consecutiva en Polonia, el Riga sorprendió al Ventspils en Letonia, mientras que José María Berrocal -nuevo técnico del Menorca, guió al Budivelnik hacia un sonoro éxito en Ucrania frente al BC Donetsk.
Mientras tanto, en los Balcanes volvió a quedar patente la superioridad del Partizan, que no ha acusado en exceso la marcha de Dusko Vujosevic. Al conquistar su torneo doméstico y la Liga Adriática, el conjunto sepulturero alimentó la sed de gloria de la que se quedó huérfano en esta ocasión otro clásico como el Cibona en Croacia, donde reinó en esta ocasión el KK Zagreb. En otras competiciones modestas cuyos equipos punteros carecen de excesivo punch en la Euroliga, sobresalió la afrenta del Nancy al Cholet en Francia y la del Novo Mesto al Olimpia en Eslovenia. El Brose Baskets del exbaskonista Casey Jacobsen se llevó los honores en Alemania, igual que el Zorg en Zekerheid en Holanda, el Spirou Basket en Bélgica y el Nymburk en la República Checa. La mayoría de estos campeones nacionales serán potenciales rivales del Baskonia en la próxima edición de la Euroliga, que está completamente perfilada a falta de conocer los dos últimos bloques que saldrán de la fase previa.