vitoria. Despejada la incógnita sobre la continuidad en el banquillo de Dusko Ivanovic con su renovación -Josean Querejeta anunciará hoy a las 12.00 horas la extensión del contrato del técnico montenegrino-, el Baskonia trabaja para confeccionar lo que no ha tenido esta temporada: una plantilla que se adapte a la filosofía de juego de su entrenador. Y, como todo gran equipo que se precie de serlo, el conjunto vitoriano ansía como pocos atraer al Buesa Arena ese perfil de jugador del que ha carecido desde la marcha de Igor Rakocevic al Efes Pilsen. Un anotador compulsivo, un killer capaz de generarse sus propias canastas y al que no le tiemblen las piernas en los momentos álgidos. En resumen, ese hombre que la pasada campaña pensaban haber encontrado en la figura de David Logan.
Lamentablemente para los intereses baskonistas, no fue así. El escolta norteamericano, un hombre a una capucha pegado cada vez que abandonaba el pabellón, no ha respondido a las altas expectativas que generó al firmar un suculento contrato de tres temporadas con la entidad azulgrana. Por eso, y porque Ivanovic no confía ni un ápice en el tímido jugador nacido en Chicago, la primera intención del Baskonia pasa por llegar a un acuerdo con él para poner punto final a su etapa en la capital alavesa. David Kyle Logan, que en ningún momento de la temporada se ha sentido cómodo en el rol de segundo base -del que su entrenador optó finalmente por apartar-, dirá adiós salvo sorpresa a su breve etapa como integrante del Caja Laboral.
Abocado a un puesto residual en la rotación en un último tramo de campaña en el que Pau Ribas le ha adelantado por la izquierda a base de esfuerzo e interés, Logan bajó al mínimo sus números durante las eliminatorias por el título. De un promedio de 8,3 puntos y 5,8 de valoración en 19 minutos por partido a lo largo de la fase regular pasó a un exiguo guarismo de 2,5 puntos y 0 de valoración en una media de 9 minutos. Una estadística impropia de un jugador que aterrizó en Vitoria para ejercer de anotador innato, un estatus que ni Carl English hace dos años ni su compañero Brad Oleson habían conseguido ocupar.
Poco amigo de las entrevistas, Logan encontró en la PlayStation3 uno de sus pocos puntos de fuga en una ciudad en la que no ha acabado de sentirse a gusto -en su primera y única entrevista a este periódico mostró su sorpresa por el escaso dominio del inglés de los vitorianos-. Su amago de polémica tras un ambiguo comentario en Twitter en el que parecía cargar contra sus compañeros -en realidad estaba hablando de un videjuego- fue la gota que colmó el vaso. Si antes era ya un hombre retraído, su recelo con los medios de comunicación, en ocasiones incluso con los propios aficionados baskonistas, aumentó hasta el infinito mientras asistía impasible a una ostensible pérdida de peso en las rotaciones de Dusko Ivanovic que, sin mencionarlo directamente, le situó en el punto de mira después del penúltimo encuentro de Liga que el Caja Laboral disputó en Badalona el pasado 5 de mayo.
Un partido en el que el tatuado jugador estadounidense -sus brazos lucen, entre otros, un leopardo abriendo sus fauces, unas caretas venecianas con el lema "ríe ahora, llora después" o un dibujo de Marvin el marciano, personaje que aparece en la película Space Jam- apenas estuvo cuatro minutos sobre el parqué. "A una guerra sólo vas con gente en la que crees", disparó el preparador balcánico. Dicho y hecho. Logan vio el primer duelo de los play off, en Vitoria ante el Gran Canaria, sin moverse del banquillo. Estaba sentenciado, y sólo el desastroso e inesperado estado de forma de Milt Palacio concedió al exjugador del Asseco Prokom un último soplo de vida. Ahora, David Logan deberá buscar un nuevo destino en el que recobrar antiguas virtudes.