vitoria. El Baskonia fue ayer un equipo redondo en el que todos sus hombres, apenas ocho pero con un espíritu encomiable, remaron en la misma dirección para que el Bilbao Basket se viera atropellado en el Buesa Arena. El monólogo azulgrana contó con la rúbrica de la mayoría de los componentes, empezando por un Mirza Teletovic que vio el aro visitante como una piscina (11 puntos) en un primer cuarto donde el duelo ya quedó visto para sentencia. Al bosnio le tomó el relevo un Batista que, por fin, rememoró al pívot que tantas noches de gloria dio al Fuenlabrada. El poste uruguayo firmó una labor excepcional bajo los aros, posibilitó infinidad de segundas opciones de tiro gracias a su imán para rebañar todos los balones sueltos y se permitió incluso el lujo de acreditar una visión de juego que no es precisamente su punto más fuerte. Sin embargo, el hombre que guió la orquesta de manera magistral, impuso el ritmo adecuado y destapó el tarro de las esencias fue una vez más Marcelinho, que evidenció ante Jackson ser uno de los mejores bases de la Liga ACB.
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