Dice una máxima muy extendida en el mundo del baloncesto que el que a triple mata, a triple muere. La sabiduría popular nunca falla. Por mucho que los jugadores azulgranas se hayan empeñado en negar la mayor en muchas de sus declaraciones, la realidad es que este Baskonia pende de un hilo de 6,75 metros de longitud. Su único camino hacia la victoria está asfaltado por canastas de tres puntos. Guste más o menos, desde los albores de la presente campaña se vislumbraba que el cuadro vitoriano llegaría tan lejos como se lo permitiera su muñeca. Afortunadamente, alcanzado el tramo más importante del curso en estos cuartos de final europeos, parecía que los pupilos de Dusko Ivanovic mantenían afinados sus instrumentos cual francotirador su fusil Kalashnikov. Logan estaba a punto, Teletovic estaba a punto, San Emeterio estaba a punto. Pero ayer todo el castillo se vino abajo cuando, de forma paulatina, los baskonistas fueron cayendo en la cuenta de que su puntería había quedado olvidada en algún punto entre el aeropuerto de Barajas y las tierras hebreas. El que hasta ayer había matado a golpe de triple se derrumbaba en cada lanzamiento que acababa repelido por el aro.
El combinado alavés apenas fue capaz de anotar 5 de los 22 triples que intentó, un escaso 22% que contrasta como la noche y el día con el 50% del primer partido -13 de 26- y el mismo guarismo en el segundo duelo de la serie, con 10 tiros de tres anotados de los 20 que intentaron. ¿Y qué lleva a un equipo a variar de forma tan radical sus porcentajes de un día para otro? Dejando a un lado el siempre recurrente argumento de la suerte pura y dura, la diferencia entre el acierto y el error a estas alturas de la temporada tiene su respuesta, principalmente, en el cansancio de los protagonistas.
Después de jugar los 40 minutos del partido hace apenas tres días en Menorca, Mirza Teletovic -puñal maestro de este Baskonia desde la línea exterior- volvió a irse hasta los 31 minutos sobre el parqué de la antigua Mano de Elías. De la misma forma, San Emeterio -apenas 5 puntos en 33 minutos para el alero criado en Valladolid- también acarreaba un pesada losa sobre sus hombros en forma de minutada, como también evidenció un Marcelinho Huertas -9 puntos y 4 asistencias- cuyo fallo en el segundo partido botándose en el balón en el pie no fue sino el gesto de un hombre lastrado por el cansancio físico y mental. Y todo mientras en el bando contrario ha sucedido exactamente lo opuesto. Si en los dos primeros partidos de la serie el Maccabi desplegó una sorprendente ceguera desde el tiro exterior, ayer los israelíes se autoinyectaron un chute de autoestima con 11 triples de 25 intentos (44%). En el choque inaugural apenas fueron capaces de encestar 3 de 17 (17,6%) y en el segundo tampoco estuvieron muy finos con 4 aciertos de 12 (33,3%).
quince pérdidas En esta tesitura, todo gran equipo se ve obligado a recurrir a un plan B en materia ofensiva. Sin embargo, el problema con el que Ivanovic se topó ayer de bruces estaba focalizado en dos nombres que comparten posición, Esteban Batista y Stanko Barac. Huérfano de la puntería necesaria para anotar desde fuera, el Baskonia intentó recurrir con cuentagotas al presumible potencial interior de dos pívots cuyo caché y potencial se vio ayer un tanto empequeñecido. Especialmente flagrante resultó el caso del uruguayo, que perdió la cuenta del número de veces en las que cometió pasos sin verse especialmente forzado por sus pares. Si a esto le sumamos las cuatro pérdidas cometidas por el center sudamericano -a las que hubo que sumar las tres de Huertas hasta alcanzar las quince entre todos los baskonistas-, el Maccabi apenas tuvo dificultad para enfilar su victoria a base de acometidas defendidas sin ningún éxito por el Caja Laboral. Y si no, que se lo pregunten a Jeremy Pargo. Entre medias, entre triples fallados, defensas de mantequilla y errores no forzados, el equipo azulgrana completó uno de los peores cuartos de su historia reciente en un segundo periodo en el que sólo anotó 7 puntos (2 de Teletovic, un triple de Huertas y dos tiros libres del brasileño). El baloncesto fue ayer un amante caprichoso, pero mañana el plantel alavés tiene ante sí la oportunidad de revertir tan derrotista tendencia. Qué mejor equipo que el Baskonia para evidenciar los contrastes de este apasionante deporte.