vitoria. Tel Aviv y, por extensión, toda Israel está paralizada durante esta semana ante la seria posibilidad de que su principal emblema materialice, una vez más, la clasificación para otra edición de la Final Four. El Maccabi se halla a dos pasos de conseguir un éxito que pocos auguraban al comienzo de la temporada cuando todos los equipos cerraron sus plantillas. De ahí que el Nokia Arena vaya a registrar tanto hoy como este jueves un lleno hasta la bandera con el fin de erigirse en ese sexto jugador que engulla al Baskonia. Durante las últimas horas, la entidad presidida por el célebre Simon Mizrahi se ha visto desbordada por una incesante petición de entradas para seguir dos compromisos que han generado una indudable expectación. Sin embargo, el cartel de no hay billetes se colocó hace días. Incluso mucho antes de la celebración de los dos asaltos inaugurales en el Fernando Buesa Arena. La victoria sellada in extremis por Jeremy Pargo ha disparado la euforia de aficionados y medios israelís, que no conciben ni por asomo la posibilidad de que la eliminatoria se resuelva en un dramático quinto encuentro.
El Maccabi ya empezó a sentir hace días el calor de los suyos nada más aterrizar su vuelo privado procedente de Foronda en el aeropuerto internacional de Ben Gurión. Alrededor de medio millar de enfervorizados hinchas amarillos agasajaron a los jugadores tras dejar con la miel en los labios al Baskonia en el segundo partido. El equipo vitoriano no sólo deberá competir contra un rival armado hasta los dientes que no ha competido en su país el pasado fin de semana, sino también contra 11.000 gargantas dispuestas a llevar en volandas a su equipo hacia la reunión más elitista del Viejo Continente. Los rectores azulgranas también confían en que el trío arbitral designado por la Euroliga -el serbio Sutulovic, el griego Gkontas y el francés Chambon- reparta justicia con ecuanimidad y no se dejen amedrentar por el infernal ambiente de la grada.