Vitoria. Decía David Blatt en una entrevista concedida a este periódico antes del primer partido que, tanto para el Baskonia como para su equipo, iba a resultar "muy difícil ganar dos veces seguidas como locales". Curiosa afirmación, teniendo en cuenta que, con el factor cancha a favor de la escuadra vitoriana, vencer los dos encuentros en Tel Aviv era uno de los clavos a los que el cuadro israelí puede aferrarse ahora mismo después de salir derrotado en el duelo inaugural del martes. Desdibujados, impotentes a la hora de contener las acometidas del plantel dirigido por Dusko Ivanovic, los pupilos del entrenador hebreo desplegaron sobre el parqué la misma anarquía que en tantas ocasiones ha condenado a la derrota al Baskonia durante esta temporada.
A estas alturas pocos dudan que los primeros veinte minutos del equipo vitoriano en el primer partido de la serie fueron los mejores momentos de juego del curso para este Caja Laboral. Perfectos en su puntería, sacrificados en defensa, inteligentes a la hora de afrontar las posesiones y cuerdos en los instantes en los que el Maccabi pretendía convertir el choque en un correcalles digno del mejor play ground neoyorkino. La paciencia, que además de ser la madre de la ciencia es también la palabra favorita de Ivanovic, permitió a los baskonistas golpear primero y encarrilar una eliminatoria que esta tarde (20.30 horas, ETB-1) vive su segundo episodio. Será, salvo sorpresa, más igualado que el primero, salvo que las muñecas de los hombres de Ivanovic sigan calientes como el fuego.
De tres en tres Antoine Walker, antiguo alero de franquicias como los Boston Celtics o Miami Heat, dejó con la palabra en la boca a un periodista cuando éste le preguntó por qué demonios se había jugado tantísimos triples en un partido. "Porque no hay canastas de cuatro puntos", respondió el jugador. Mirza Teletovic no podría haberlo dicho mejor. Acostumbrado a vivir o morir del triple, el conjunto baskonista mandó a la lona al Maccabi con 13 canastas de tres puntos de 26 intentos. Un 50% de aciertos que hizo desangrarse a los judíos, sin posibilidad de reacción ante semejante ataque frontal. Esta tarde, gran parte de las opciones de éxito para el Baskonia están en manos del ala-pívot bosnio, así como David Logan, San Emeterio, Oleson, Ribas, etc, etc. El catalán lo admitió tras el encuentro del martes: "En este equipo todos somos capaces de anotar". Desde el uno hasta el cinco pasando por el cuatro, los pupilos de Ivanovic son plenamente conscientes de que el camino a la Final Four de Barcelona está asfaltado en canastas desde la línea de 6,75 metros. Si, por el mismo precio, Brad Oleson decide unirse hoy a la fiesta que sus compañeros montaron en el primer partido -el escolta nacido en Alaska regresó el martes a su versión más tímida y retraída de cara al aro- será realmente complicado que David Blatt encuentre la forma de levantar un muro capaz de parar a tantos y tan certeros francotiradores.
Barac y Batista Será entonces cuando el trabajo de Stanko Barac y Esteban Batista en la pintura, o incluso el del propio Teletovic -que batió su récord de capturas de la temporada con nada menos que once rebotes- sirva para apuntillar a un Maccabi en el que el orondo Schortsanitis tendrá hambre de revancha y Eliyahu ganas de derrochar el talento que no mostró en su año en Vitoria. La zurda de oro de Chuck Eidson o el individualismo a veces bien entendido de Perkins o Pargo serán también los puntos que el Baskonia deberá cortar de cuajo si no quiere que la eliminatoria viaje a Tel Aviv con un peligrosísimo 1-1 en el casillero.