Vitoria. Cuando Nate Macmillan, actual técnico de Portland, entrenaba a los Seattle Supersonics, criticó con dureza a sus jugadores por el desmesurado egoísmo que estos desplegaron en la cancha en un encuentro que acabó en derrota. "No sé de quién está hablando o a quién se refiere concretamente, pero no me importa. Yo sólo me preocupo de mí mismo", le respondió el pívot Jerome James, uno de sus pupilos. Y se quedó tan ancho. Antes del desastroso partido que el Caja Laboral perdió la pasada jornada en Fuenlabrada, Dusko Ivanovic también se había mostrado ya especialmente crítico con el juego de su equipo en el triunfo frente al Power Electronics Valencia. "A veces un jugador piensa que puede ganar el partido él solo", aseguró el montenegrino en una frase que, sin citarlo expresamente, tenía marcada a fuego el nombre de Teletovic como destinatario.

Consciente de que sólo apelando al colectivo el conjunto azulgrana es capaz de sacar partido a su baloncesto, Ivanovic lucha diariamente por derrocar el individualismo al que sus hombres echan mano cuando el choque se pone cuesta abajo. Lo advirtió también Fernando San Emeterio, y lo corroboraron muchos de sus compañeros de taquilla. O este Caja Laboral es capaz de aunar la paciencia necesaria para jugar como un todo, o el camino que arranca la próxima semana ante el Maccabi se presentará intrincado y sinuoso en la búsqueda del ansiado billete para la Final Four de Barcelona.

Esta tarde (20.30 horas, ETB 1), el Buesa Arena mirará con lupa el comportamiento de la escuadra baskonista, acostumbrada en la presente campaña a recuperar en casa las sensaciones perdidas jornada tras jornada lejos de la capital alavesa. El problema es que, a falta de cuatro días para que el equipo de Eliyahu, Schortsanitis, Eidson y compañía aterrice en Vitoria acompañado del Mosad, todo el mundo cuenta las horas para que lleguen los cuartos de final. Un deseo tan estimable como peligroso teniendo en cuenta el rival que los vitorianos tendrán hoy enfrente. Primero, por potencial, y segundo -y quizá más importante- por el puesto que ocupa actualmente en la clasificación. Noveno a solo dos victorias del Caja Laboral, el equipo dirigido por Joan Plaza se acercaría peligrosamente a los hombres de Ivanovic en caso de dar la sorpresa y regresar a la capital hispalense con un triunfo bajo el brazo. Su reciente racha de dos derrotas -Barcelona en el Palau y CAI Zaragoza en el San Pablo- no debería ocultar su buen estado de forma, plasmado en su avance hacia los cuartos de final de la Eurocup, donde se medirá con el Budivelnik ucraniano. Una eliminatoria continental que comparte con el Baskonia y que llevó a la ACB a adelantar la jornada a este extraño e inusual viernes de baloncesto.

Paul Davis y Louis Bullock El plantel entrenador por Plaza, escritor prolífico en sus ratos libres con tres novelas en su currículo, intentará repetir la espectacular victoria por veinte puntos (91-71) que endosó al Baskonia en el partido de ida disputado en Sevilla. Una de tantas derrotas que este año han cimentado la mala fama como visitante de este Caja Laboral. Con Paul Davis como gran referencia interior y el black power del trío Bullock-Kirksay-Calloway ejerciendo de sustento anotador, el Cajasol está en disposición de dinamitar la zona noble de la clasificación si se impone al combinado baskonista en el pabellón de Zurbano. Huérfanos de Pape Sow por el resto de la temporada y a la espera de confirmar la posición del ya irremediable próximo fichaje, Bjelica tendrá de nuevo sus minutos como cuatro para afrontar su enésima reválida. Pase lo que pase, a partir de mañana el Baskonia deberá olvidarse de todo y depositar todos sus esfuerzos en un único objetivo. Con el factor cancha a favor frente al Maccabi, la Final Four es un caramelo dispuesto a ser degustado.