vitoria. En una temporada salpicada de sinsabores y plagada de obstáculos férreos -y, en algunos casos, insuperables- en la que se contabilizan con los dedos de una mano rivales para que uno caiga en la autocomplacencia, jornadas terapeúticas como la de ayer no se pagan con dinero. Como cabía esperar, el desahuciado colista de la ACB constituyó una aspirina ideal para que el Baskonia calmara sus dolores de cabeza y disfrutara de un oasis de tranquilidad tras varias jornadas taquicárdicas en las que el corazón de su masa social ha estado peligrosamente expuesto a un infarto.

Quienes sospechaban antes del salto inicial que la escasa identidad del forastero invitaba a invertir el domingo en otros menesteres dieron en la diana. Si la patronal quiere seguir presumiendo y jactarse en el futuro de ser la mejor competición de Europa, debería en la medida de lo posible tachar de su organización a asociados sospechosos como el Granada, condenado con mucha antelación a la hoguera del descenso cuando resta casi toda la segunda vuelta por disputarse. Equipos así también redundan en la falta de motivación de los grandes. Sin exprimirse prácticamente nada, al tran tran y reservando combustible para las próximas batallas, el Caja Laboral le zarandeó sin despeinarse.

Con todo, tampoco fue la tarde soñada. Salvo en tramos puntuales ya con el agujero efectuado en el marcador, el baloncesto vitoriano volvió a resultar un jeroglífico indescifrable y algunas piezas sumidas en un bache preocupante desaprovecharon la inmejorable coyuntura para rehabilitarse. Esa errática primera parte, saldada con una mínima ventaja en el marcador y en la que incluso se escuchó música de viento en el Buesa Arena, hizo revivir los momentos más tenebrosos del presente ejercicio. Sin embargo, el enésimo amago de desfallecimiento quedó, a la postre, en un simple espejismo. Una racial puesta en escena tras el intermedio, concretada con un abrumador parcial de 15-1, reventó un partido sin ninguna historia y propició unos plácidos minutos finales destinados a recompensar a una grada deseosa de rememorar los gloriosos momentos del pasado.

Con el freno de mano echado y una ración equitativa de minutos para todos sus componentes, el Caja Laboral hizo lo justo para ganar. Le costó despertar del letargo durante veinte minutos iniciales obtusos a más no poder, coció a fuego lento consciente de su superioridad a uno de los peores rivales que han aterrizado en la capital alavesa y evitó desgastarse más de la cuenta habida cuenta de las cruentas batallas que todavía le aguardan. En el periodo para la reflexión, la reprimenda de Ivanovic debió ser de órdago. Bastó un endurecimiento de la intensidad defensiva y varios fogonazos de calidad a cargo de Logan para cumplir un trámite que permite recuperar la tercera posición liguera. La fragilidad del Granada, cuyas probabilidades de sobrevivir en esta ACB son remotas tras repasarse los anónimos nombres que anidan en su plantilla, hizo el resto.

Un trío estelar Antes de que la lógica hiciera acto de presencia, el conjunto nazarí se permitió unas licencias impensables. Las concesiones atrás, las lagunas de concentración, el rosario de pérdidas y la ansiedad de algún integrante edificaron el inesperado dominio visitante (13-19). La marcha de Huertas al banquillo precipitó aún más el estado de confusión. No obstante, era una cuestión de tiempo. Merodeaba en el ambiente la sensación de que un latigazo resultaría suficiente para imponer la jerarquía. Y así fue.

En un abrir y cerrar de ojos, los dígitos azulgranas se dispararon a los mandos de un Huertas estelar, un Logan otra vez recuperado para la causa y un Batista que se erigió en el amo y señor de los tableros ante unos pares de escasa talla física y calidad. Fue el trío que sustentó los minutos más vistosos protagonizados por los locales. Por contra, Oleson recibió una buena ración de castigo a cargo de Ivanovic, Teletovic -más comedido que de costumbre- salió del quinteto titular y Bjelica ratificó sus célebres problemas en el desplazamiento lateral. En definitiva, la tarde casi soñada en espera de la llegada del Unicaja. Coincidiendo con la penúltima jornada del Top 16, este jueves ya no se repartirán caramelos en el recinto vitoriano.