A estas alturas seguro que ningún aficionado baskonista se vio ayer sorprendido por la forma en la que el Caja Laboral se ha plantado en la semifinal que esta tarde le enfrentará al Barcelona a partir de las 20.30 horas. El conjunto vitoriano, aguerrido y efervescente cuando quiere pero desesperante cuando su rival le sopla en la nuca, a punto estuvo de dejar un partido en el que llegó a ir ganando por quince puntos de diferencia al filo del descanso. Pero una increíble canasta de Kostas Vasileiadis desde mitad de cancha noqueó a los hombres de Dusko Ivanovic antes de enfilar el túnel de vestuarios, y en el segundo periodo la contienda se tornó en un cara o cruz ante el asombro de los miles de seguidores azulgranas que llenaban el Palacio de los Deportes. Así fue, al menos, hasta que Marcelinho Huertas decidió que nadie como él para ganar en medio de la agonía. Y es que hay quien dice que, con permiso de Fernando San Emeterio, en esta Copa del Rey el Baskonia llegará tan lejos como quiera el único director de juego solvente con el que cuenta Ivanovic. Eso ya es historia. Los segundos de incertidumbre dejan paso a la ilusión por alcanzar la gloria. El Barcelona, ogro todopoderoso que ayer se impuso a un peleón DKV Joventut, se topa ahora en el camino del imprevisible equipo azulgrana. Pero nada mejor que recordar lo acaecido la temporada pasada en la final de la ACB para que el Baskonia se inyecte por vena el necesario subidón de carácter.