vitoria. Si el retorno del Baskonia a la senda del triunfo debía empezar en algún lugar y en algún momento, qué mejor lugar que el Buesa Arena y qué mejor momento que ante el poderoso Panathinaikos. Josean Querejeta estaba equivocado. Al final, cuando llegó la hora, su equipo demostró que sí tenía nivel para ganar al conjunto heleno. Las palabras del presidente azulgrana han acabado ejerciendo de petardazo para despertar el ánimo del vestuario baskonista. Porque la victoria lograda ayer frente al combinado de Zeljko Obradovic se cimentó en los mismos parámetros que han hecho grande al Caja Laboral a lo largo de su historia. Carácter, mentalidad ganadora ante la adversidad y paciencia para contener las acometidas del rival en los peores momentos. En un mundo en el que casi todo está inventado, la receta azulgrana es una apuesta a caballo ganador.
Pero conceptos tan etéreos como Carácter Baskonia emanan de personas de carne y hueso. Jugadores que optan por echarse el equipo sobre sus hombros para sujetarlo como Atlas aguantaba el mundo sobre los suyos. Ayer no importó que algunos de estos jugadores fueran unos recién llegados como Esteban Batista o un veterano y siempre excelso Fernando San Emeterio. Tampoco que disputaran apenas diez minutos, como Pau Ribas. Pocos, pero efectivos, los pupilos de Dusko Ivanovic iniciaron el partido más concentrados que nunca, aunque muchos de ellos fueron perdiendo fuelle paulatinamente.
Y es que el Caja Laboral fue ayer un equipo de contrastes. Por un lado, jugadores como el alero cántabro o el pívot uruguayo empujaron a público y compañeros de una forma que se atisba fundamental para que el cuadro vitoriano siga soñando con grandes gestas. Pero, en el otro lado de la balanza, hombres como Huertas, Stanko Barac o un horrible Nemanja Bjelica no estuvieron a la altura de las circunstancias.
luces y sombras Unos, como el cinco croata, volvieron a desesperar a la grada con su tendencia a la queja sistemática en todas y cada una de sus acciones, ya fuera con el árbitro, con un compañero o consigo mismo como destinatario. Otros, como el serbio, llamado a marcar una época a poco que se anime por salir del cascarón, por su exasperante manía de cometer la falta más estúpida en el instante menos oportuno. Huertas, por su parte, se evaporó después de desgastarse en el triunfo del pasado sábado frente al Unicaja de Málaga. Afortunadamente, en esta ocasión su buen amigo Pau Ribas suplió su efervescencia con tres grandes triples consecutivos en el tercer cuarto y un trabajo defensivo digno de elogio.
A mitad de camino, Mirza Teletovic -de nuevo muchísimo más contenido en materia anotadora, con sólo cinco intentos de tres puntos- o el desgaste de Brad Oleson como secante de la línea exterior de la escuadra de Atenas. De cualquier forma, y por encima de luces y sombras, el importante triunfo contra el Panathinaikos dejó la sensación de que este Baskonia se presenta en la inminente Copa del Rey con un luminoso rostro que hace apenas unas semanas se anticipaba impensable.