Vitoria. Tras un rosario de jornadas angustiosas que habían sumido al baskonismo en el más absoluto desasosiego, la llegada de un histórico de la ACB venido a menos generó ayer un efecto terapeútico. El Joventut, una sombra del que hace años circulaba con el traje de luces y zapatos de charol a través de cualquier cancha, fue un invitado de lujo para que este dubitativo Caja Laboral recobrara la alegría perdida en los últimos tiempos. Mucho tiempo después, el Buesa Arena asistió a cuarenta minutos plácidos que sirvieron para rehabilitar a muchos estiletes locales sumidos en un estado de confusión.
El duelo de cañoneros se decantó por goleada hacia un cuadro vitoriano que, tras un cuarto inicial de tanteo, puso rápidamente la directa hacia la consecución virtual de la vitola de cabeza de serie para la Copa del Rey. Más que este dato a la postre anecdótico, la velada constató que los cimientos para forjar un nuevo edificio ya se han colocado. Hacen falta pruebas más exigentes y partidos mucho más ásperos para cerciorarse de la magnitud exacta de este atisbo de recuperación, pero el Baskonia da síntomas inequívocos de no estar muerto y de querer activar el botón de una mejoría indispensable para afrontar los excitantes desafíos que le aguardan a corto plazo.
La extrema tibieza del Joventut, un grupo anárquico y estético de los que no se llevan hoy en día y que se desangra por su nulo carácter belicoso, constituyó un inmejorable aliado para sortear un nuevo obstáculo liguero. Pocos visitantes tan amables como el de ayer comparecerán este curso en el santuario alavés. Paradigma de la desidia defensiva, el cuadro verdinegro enarbola hoy en día la bandera de un baloncesto lírico que le convierte en una presa fácil ante los grandes. Con una intensidad más propia de patio de colegio y saturado de estilistas más pendientes de hacer la guerra por su cuenta, puso su granito de arena para permitir el atracón azulgrana más dulce del actual ejercicio.
La ausencia de última hora de Logan, aquejado teóricamente de un proceso febril, quedó en un segundo plano tras un partido plácido y sin sobresaltos. El Baskonia se ha vuelto más terrenal en la presente temporada, pero todavía conserva la jerarquía suficiente como para someter sin piedad a la mayoría de sus rivales. Sobre todo si el forastero de turno que rinde visita el Buesa Arena comparece con la única intención de intercambiar canastas. Eso fue lo que hizo un Joventut en la antítesis de lo que requería un duelo de este calibre.
coser cantar Un latigazo al inicio del segundo cuarto edificó la abrumadora superioridad local. Bastaron varios arreones al contragolpe, un puñado de aciertos exteriores y un par de defensas sólidas para que el choque quedara reventado a las primeras de cambio. El Joventut careció de espíritu y carácter para plantar una mínima oposición. Como si la guerra no fuera con él, golpeado sistemáticamente en su línea de flotación desde los 6,75 metros, fue encajando golpes hasta quedar su rostro completamente desfigurado. Está por ver si su caída de brazos y los 20 puntos de desventaja descuadran su coeficiente general de puntos y le borran de la Copa.
La sobria batuta de los bases, especialmente Huertas, el excelente despliegue de Oleson -el baskonista más en forma de la actualidad-, el incansable trabajo del multiusos San Emeterio y la nuevamente infalible muñeca de Teletovic supusieron las armas de destrucción masivas que descargaron toda su dinamita sobre un rival hecho añicos. Para que la fiesta fuera completa restó únicamente que Bjelica y Batista, relegados durante bastantes minutos al banquillo, dieran un paso al frente en su paulatino acoplamiento a los esquemas de Ivanovic.
Si un dato ilustró la pasta de la que está hecha este Joventut fue la tardanza en que cometió su primera falta. El trío arbitral tardó la friolera de más de once minutos en sancionar su primera infracción. Pepu aterrizó en la capital alavesa sin el concurso de Trías y por el camino perdió a Norel, cuya aparatosa caída al suelo sobre su rodilla izquierda consternó tras el intermedio al Buesa Arena. Sólo con el duelo sentenciado y abocado hacia los minutos de la basura, el técnico verdinegro pudo agradecer el tibio despertar de English, Hosley y compañía.