vitoria. Javi Salgado, a quien Katsikaris dejó claro que sería el tercer base del Bilbao Basket para este ejercicio, analiza los duros momentos que vivió el pasado verano cuando se vio obligado a dar un giro radical a su carrera.
Cada vez quedan menos bases a la vieja usanza como usted. ¿No cree que es algo inexplicable?
Sí, es verdad. Cada vez se lleva más el jugador más físico, más alto, más fuerte. Hoy en día se busca mucho más la solidez defensiva, la capacidad para rebotear, robar balones y ese tipo de juego más físico, que no la habilidad para poder crear. Desde hace 20 años, el baloncesto ha cambiado mucho, sobre todo a nivel físico. En Europa se ve que los pívots son cada vez más ágiles, grandes y rápidos, los aleros lo mismo, y en el puesto de base se está llevando a cabo la misma transformación. Los bases pequeñitos como yo estamos en vía de extinción, pero hay que seguir peleando. Cada jugador es un mundo, siempre hay que intentar sacar lo mismo de uno mismo para poder competir.
¿Comó digirió en el verano su traumática salida del Bilbao Basket?
Es verdad que lo pasé un poco mal, sobre todo a la hora de tomar decisiones e ir dándome cuenta de que debía dar un cambio en mi vida con la salida de Bilbao. A raíz de mi fichaje por el Lagun Aro, los primeros meses fueron un poco raros, pero poco a poco estoy más asentado y tranquilo dentro del equipo. Mis compañeros y el club me han acogido de forma fenomenal, me ayudaron mucho en pretemporada tras estar recién salido de una operación. El hecho de tener a mi lado a Uriz, Doblas o Panko, con los que ya había coincidido, me ha facilitado mucho las cosas a la hora de acoplarme a una nueva ciudad, un nuevo club, otra forma de trabajar, un nuevo entrenador... Todo eso se ha hecho al final más llevadero.
En Bilbao hay más de uno que siente añoranza de usted.
Después de nueve años, es normal que haya gente que me eche de menos. Además, siendo un jugador de Bilbao y el capitán del equipo se puede entender eso. También estoy seguro de que hay muchas personas que están contentas con mi marcha. Al final, si algo tengo claro es que a todo el mundo no le puedes gustar. Hay gente que me echa de menos y tiene esa pequeña pena dentro de que me haya ido, pero hay otros que siguen contentos con mi salida y la llegada de nuevos bases.
Está dirigido por uno de los mejores timoneles que en su día tuvo este país. ¿Qué tal su adaptación a los sistemas de Laso?
La verdad es que es un lujo tener de entrenador a alguien como Pablo que ha sido un auténtico maestro a la hora de jugar a este deporte, dar asistencias, hacer mejores a sus compañeros y saber leer el juego. Es un placer. Día a día, voy intentando aprender a su lado y esmerándome en ver cómo adapta ese tipo de juego que él tenía a los jugadores que hay ahora, a los rivales y sus diferentes defensas.