la ilusión ha durado apenas una temporada en la acera colegial. Los fantasmas vuelven a acechar a uno de los clubes más carismáticos de la Liga ACB. Sin tratarse todavía de una situación crítica, como lo denota su única victoria de ventaja sobre los puestos de descenso, el Estudiantes vive nuevamente en el alambre. El pasado ejercicio pareció ver la luz al final del túnel, pero su todavía delicada coyuntura económica no le consiente excesivo margen para asentarse -como en su día- entre la aristocracia liguera.
Transcurridas ya trece jornadas ligueras, quien fuera uno de los grandes animadores del torneo y permanente foco de inquietud para los grandes se desangra en la zona media-baja de la tabla clasificatoria. El actual Estudiantes, esquilmado por su delicada tesorería que le obliga a desprenderse de sus mejores activos para sobrevivir, no está para grandes dispendios. Ni siquiera las remotas opciones de clasificación para la Copa del Rey le deben impedir ver el trasfondo real de sus graves problemas estructurales.
Porque, tras su notable papel del pasado curso en el que incluso puso en máximos aprietos al Baskonia en el play off de cuartos de final, la marejada está otra vez instalada en El Ramiro. El adiós de piezas contrastadas como el ex azulgrana Chris Lofton, Petar Popovic y, sobre todo, Carlos Suárez no ha sido mitigado de manera adecuada. Entre que algunos nombres ilustres de la plantilla han envejecido un año -léase Albert Oliver, Pancho Jasen o Germán Gabriel- y la falta de savia fresca por parte de los sospechosos nuevos fichajes, Luis Casimiro no acierta a dar con la tecla que permita al conjunto encontrar un rumbo adecuado.
fichajes sin "punch" Hasta la fecha, el trío de novedades compuesto por Ellis, Welsch y Asselin está pasando completamente desapercibido. Esperanzado en obtener un alto rendimiento, la entidad madrileña, con el dinero fresco en caja por la venta de Suárez al Madrid, apostó por tres perfectos conocedores del universo ACB para suplir las sensibles marchas. Craso error. El Estudiantes continúa viviendo, además del incansable apoyo de La Demencia, de los brotes de casta del incombustible Jasen, la inteligencia del versátil Gabriel y la chispa del incandescente Caner-Medley. El cuatro estadounidense, que se perdió el último duelo ante el Fuenlabrada debido a una lesión en la muñeca, tampoco se halla al superlativo nivel del pasado ejercicio.
Tanto tiempo tardó en asimilar los cambios el hoy rival baskonista que arrancó la actual temporada con cinco derrotas consecutivas ante Real Madrid, Valladolid, Joventut, Lagun Aro y Granada. La friolera de seis jornadas tardó el Estudiantes en inaugurar su casillero coincidiendo con la visita del Gran Canaria. Desde entonces, es el vivo ejemplo de la irregularidad. Los picos en su rendimiento le convierten en un rival imprevisible. Ha alternado triunfos épicos ante el Unicaja y el Barcelona con fracasos estrepitosos frente al CAI, el Cajasol o el Fuenlabrada.
En el pasado reciente ha estado a punto de despeñarse hacia el vacío, de ahí que su experiencia a la hora de manejar estas situaciones límite sea quizá el mejor aval estudiantil para no acabar la campaña como el rosario de la aurora.