vitoria. Nada hacía presagiar el sorprendente desenlace que se avecinaba. Hasta ese momento, el partido había transcurrido de forma igualada, con alternativas para ambos equipos, pero el Caja Laboral había sido capaz de alcanzar una renta de siete puntos a falta de tres minutos para el final que se vislumbraban suficientes para que el liderato se asentara en el Buesa Arena. Mirza Teletovic se elevaba desde mucho más allá de la línea de 6,75 metros para colocar un 66-59 en el marcador que llevó el júbilo a la rebosante grada del pabellón de Zurbano. Pablo Prigioni intentaba insuflar ánimos a sus cabizbajos compañeros mientras los cánticos en busca de su cabeza regresaban a casa por Navidad. Al fin y al cabo, todo el mundo hubiera firmado una renta de siete puntos a falta de tres minutos. Y, de forma inexplicable, alguien apagó la luz.

El Real Madrid salió moribundo al parqué tras un tiempo muerto. Ocho derrotas consecutivas en sus últimas visitas a la capital alavesa eran una pesada losa que se anticipaba inevitable una vez más. Pero una canasta de Felipe Reyes y un posterior tapón de D"or Fischer a Stanko Barac hacían soñar a los hombres de un enfadadísimo Ettore Messina. El antiguo jugador del Maccabi de Tel Aviv, taponador de nacimiento, machacó el aro después (66-63) y Sergi Llull lograba anotar uno de los dos tiros libres de los que disponía tras una falta de Pau Ribas. Restaban apenas treinta segundos cuando Clay Tucker, desaparecido en combate hasta ese momento, emuló a Alberto Herreros en aquella fatídica noche liguera y encestó un triple con el que ponía por delante a los madrileños (66-67). Empezó entonces una partida de ajedrez con las faltas como piezas. El entrenador siciliano llevó a su equipo al bonus voluntariamente y supo jugar bien sus cartas con la ayuda de Teletovic y San Emeterio, que erraron uno de los dos tiros libres de los que cada uno dispuso. Además, ni Logan ni Huertas tuvieron la paciencia necesaria para guiar a sus compañeros en estos minutos para la infamia

tres derrotas seguidas Entre medias, Marcelinho Huertas se botó el balón en el pie en una jugada decisiva, David Logan fallaba un triple y el ala-pívot bosnio se equivocó en su elección de tiro en el peor momento posible. La moneda que otras veces había salido cara -en Kaunas sin ir más lejos- se decantó del otro lado mientras Dusko Ivanovic negaba con la cabeza mientras sonaba la bocina.

La grada del Buesa Arena, que tuvo que contemplar un triste incidente desatado por un seguidor que encendió una bengala, asistía impertérrita a lo que, a buen seguro, será una de las derrotas más dolorosas de la temporada, pase lo que pase. Y es que perder de forma consecutiva ante dos de los grandes rivales baskonistas -Bizkaia Bilbao Basket y ayer Real Madrid, más Cajasol- es un varapalo de los que escuecen. Al menos, el conjunto azulgrana tiene ante sí la posibilidad de enmendar lo ocurrido ayer de forma inmediata el próximo jueves en el mismo escenario a partir de las 20.45 horas, en lugar de las 19.00 horas previstas inicialmente. Un triunfo ante el Partizan de Belgrado -y la consiguiente derrota del Zalgiris frente al Khimki- permitiría al Caja Laboral finiquitar la fase regular como segundo del grupo A de la Euroliga.