Vitoria. Ejercer como entrenador del Zalgiris hace algún tiempo que fue reconocido como un deporte de riesgo. Desde el aterrizaje en el principal club del baloncesto lituano del magnate ruso Vladimir Romanov, todo es posible. Incluido que un día antes de que el equipo báltico dispute un partido decisivo en sus aspiraciones de volver a colarse en el Top 16 de la Euroliga, al máximo dirigente se le antoje mandar a la calle al entrenador, que es básicamente lo que ocurrió ayer, pocas horas después de que el Caja Laboral aterrizara en Kaunas.

Romanov no se anduvo con miramientos. El multimillonario dueño del Zalgiris y presidente de Inversiones UBIG, que el pasado mes de mayo despidió a Darius Maskoliunas en plena eliminatoria de la final de la competición lituana y dejó el equipo en manos de dos jugadores de la plantilla, Dainius Salenga y Marcus Brown, decidió prescindir de Petrovic, llegado este mismo verano, a raíz de la derrota que cosechó el pasado fin de semana el equipo en la VTB (liga báltica que agrupa a equipos de varios países de la zona).

De nada le ha servido al serbio mantener al Zalgiris como líder tanto en la competición de su país (nueve triunfos en otros tantos partidos) y en la VTB (la derrota frente al Azovmash ucraniano es el único lunar en cinco jornadas), ni la interesante trayectoria que ha seguido en la Euroliga (segundo de un grupo complicado). A Romanov los entrenadores le duran lo que tarda en cambiar de estación el calendario. Petrovic ha estado al frente del equipo poco más de tres meses, el mismo tiempo que aguantó Maskoliunas. Su predecesor, Gintaras Krapikas, dimitió poco después de haber transcurrido el cuarto mes.

Ahora la silla eléctrica la ocupará Rimantas Grigas, un técnico lituano que conoce la casa, ya que dirigió al Zalgiris temporada y media -fue destituido en 2008-, y que conquistó tres títulos (Copa, Liga lituana y VTB). El nuevo técnico debutará hoy en el duelo frente al Caja Laboral, que puede aprovecharse y tratar de pescar en unas aguas que bajan revueltas.