vitoria. Para un insaciable devorador de triunfos como Dusko Ivanovic, la convulsa trayectoria del Caja Laboral en la presente temporada causa no sólo irritación sino también ciertas dosis de extrañeza. Si en la ACB su equipo exhibe unos números más que notables pese a la descorazonadora actuación protagonizada en Sevilla, la dramática situación en la Euroliga le coloca en una tesitura anómala desde que lleva con puño de hierro los designios azulgranas en su octava campaña en el banquillo.
El de Bijelo Polje, un empedernido ganador que ha conducido a la entidad vitoriana hacia los hitos más grandes de su historia, vive uno de los momentos más delicados desde que ha echado raíces en la capital alavesa. Lo denota el hecho de que el Baskonia está firmando hoy en día el segundo peor balance de resultados desde que ejerce -este es su octavo año- como máximo responsable técnico. Sólo en el ejercicio 2004-05, que desgraciadamente acabaría como el rosario de la aurora por la dramática pérdida del título liguero ante el Real Madrid de Herreros, lucía a estas alturas unos números inferiores.
De los dieciocho encuentros oficiales disputados hasta la fecha por el Caja Laboral, apenas diez -es decir, poco más de un pírrico 50%- han desembocado en un epílogo feliz. Ocho rivales ligueros (Alicante, Gran Canaria, Granada, Fuenlabrada, Valencia, CAI Zaragoza, Barcelona y Menorca) y dos continentales (Maccabi y Prokom) han mordido el polvo ante los alaveses. Por contra, dos conjuntos domésticos (Unicaja y Cajasol) y los cinco compañeros de baile de su lote en la Euroliga (Khimki, Zalgiris, Partizan, Maccabi y Prokom), amén del Power Valencia en la Supercopa, han destapado las débiles costuras del actual engranaje vitoriano.
registros sin parangón Demasiados disgustos para un Baskonia que, si por algo se ha distinguido con Ivanovic al mando de las operaciones, es por su pétreo carácter competitivo, su mentalidad ganadora y su asombrosa capacidad para romper moldes ante rivales económicamente mejor dotados. La excepción que confirma la regla son estos últimos tiempos presididos por la confusión y que abren un clima de pesimismo de cara a la primera final de la temporada ante el Khimki de Scariolo. Pasado mañana, se pondrá en juego el pasaporte para el Top 16 y hace falta escarbar muy profundo para encontrar algún resquicio de esperanza.
Ivanovic ostenta uno de los promedios más espectaculares que se le recuerdan a un entrenador en la ACB. Además de lucir en su palmarés dos Ligas ACB y 4 Copas del Rey, lleva dirigidos un total de 418 partidos a lo largo de las once campañas que acumula en España, de las que ocho son en Vitoria y tres en la Ciudad Condal. Concretamente, totaliza 301 victorias y 117 derrotas, unas cifras difícilmente mejorables pese a haber dirigido durante la pasada década a los dos clubes más laureados a nivel estatal.
El técnico balcánico no está consiguiendo inocular su gen ganador a una plantilla que en los últimos partidos se muestra incapaz de rayar a un nivel mínimamente aceptable para hacer de este Baskonia un colectivo solvente. Entre los numerosos debes que lastran el rendimiento, se encuentran la clamorosa pérdida de identidad, la huelga de intensidad, las penurias reboteadoras y una alarmante fragilidad interior derivada de la soledad de Barac, el único cinco puro con que cuenta ante el ostracismo del bisoño Musli.
Las actuales diez victorias se quedan cortas en comparación con las 12 del curso 2000-01, las 11 del 01-02 y 02-03, las 14 del 03-04 y 08-09 o las 12 del año pasado. Por contra, en la temporada 2004-05 Ivanovic sólo acumulaba a estas alturas nueve triunfos entre todos los torneos.