Stanko Barac sumó ayer por sí solo más valoración que el resto de sus compañeros juntos. Huérfano de escuderos dispuestos a echarle una mano en materia defensiva, el pívot croata tuvo la ayuda de su particular Sancho Panza en la figura de un Fernando San Emeterio que al menos cumplió en materia ofensiva con 21 puntos. Sin embargo, y una vez más, el Caja Laboral dejó escapar el partido en la pintura. Aunque es cierto que la mano de Elías tapó los ojos de los jugadores de Dusko Ivanovic, que acabaron con un paupérrimo bagaje anotador, fue la pobre labor defensiva bajo el aro la que cercenó las opciones de éxito de la escuadra azulgrana contra el Maccabi de Tel Aviv.

Ayer más que nunca, Barac evidenció que se ha convertido en el verdadero termómetro del cuadro vitoriano. Sin él sobre el parqué -el cinco nacido en Mostar disputó 31 minutos- la canasta baskonista era una autopista sin límite de velocidad. Como un don Quijote dispuesto a luchar contra los molinos de viento, Barac fue capaz de controlar de manera superlativa las acometidas de hombres como Sofoklis Schortsanitis o Lior Eliyahu.

Pero es imposible luchar por un triunfo en Tel Aviv con un único poste dispuesto a asentarse de forma férrea en la pintura. De hecho, el Baskonia estuvo a punto de rozar la remontada cuando David Blatt optó por enviar al banquillo consecutivamente al pívot griego junto a Eliyahu o un de nuevo impoluto Chuck Eidson. Un 66-60 tras un gran 2+1 de San Emeterio acercó a los vitorianos a cinco minutos del final, pero fue sólo un espejismo.

más valoración que el resto Fue entonces cuando dos jugadores que hasta ese momento apenas habían brillado como David Blu -otrora Bluthenthal- o Yaniv Green aparecieron de la nada para sumar un par de acciones con las que noquearon al Caja Laboral. Después, ya con Big Sofo y el hijo pródigo Eliyahu de nuevo en la cancha, el Maccabi sumó canasta tras canasta sin oposición defensiva hasta colocar un contundente, aunque un tanto irreal, 81-70 en el videomarcador del Nokia Arena. Pero mientras Barac intentaba elevar su muro de las lamentaciones ante los ataques macabeos -el pívot baskonista llegó a colocar hasta cuatro tapones-, el resto de pupilos de Ivanovic no acompañó en labores defensivas.

Todo lo contrario que una escuadra hebrea cuya física y contundente defensa cegó a los tiradores azulgranas. Ni un David Logan (1 punto) al que la paternidad no parece haberle sentado demasiado bien, pues no es el mismo desde su viaje a Moscú, ni Brad Oleson (3 puntos y -4 de valoración) ni mucho menos Pau Ribas (1 punto en 13 minutos) ejercieron su rol de escolta para aportar un mínimo de producción ofensiva.

Así las cosas, obnubilado en ataque y derretido en defensa, el Baskonia no tuvo más remedio que ir a remolque durante todo el choque. La cuarta derrota consecutiva en la Euroliga, un hecho sin precedentes en la historia reciente azulgrana desde la creación de la nueva competición continental, obliga al conjunto alavés a ganar sus tres encuentros en el Buesa Arena para evitar el descalabro que supondría quedar fuera del Top 16. Un reto duro, pero más que factible al fin y al cabo.