SINVERGÜENZAS, sinvergüenzas", gritaba al trío arbitral una veterana aficionada cercana al túnel de vestuarios, mientras los tres trencillas del encuentro abandonaban el parqué. Fue el último de los improperios que recibieron los colegiados en una tarde caliente, muy caliente. Llegó a quemar incluso.
La labor de los colegiados encendió la chispa en la grada y el incendio vivido en el Buesa Arena fue de grandes dimensiones. Ayer ni el mejor equipo de bomberos hubiera podido apagar los calientes ánimos de los fieles baskonistas. "De Puta, de puta, de madre, de madre, de tu puta madre", gritaron a De la Maza instantes después de sancionar como antideportiva un encontronazo de San Emeterio con Mickael en un balón dividido por el que estaban pugnando ambos jugadores.
La labor del árbitro principal causó un profundo cabreo en los aficionados azulgranas, que se ensañaron con el bilbaíno cada vez que entraba en acción. "Vaya concierto de pito, hijo de puta", le gritaron desde uno de los fondos. "Jubílate, que estás gagá", le gritó otro, mientras que un tercero reclamaba para él que se quedara durante un tiempo "en la nevera".
La temperatura fue subiendo a pasos agigantados. Brasas, fuego y el infierno. Un sonido estremecedor cada vez que los colegiados señalaban una falta en contra de los baskonistas o no pitaban alguna acción antireglamentaria del cuadro culé. "¡Qué pasa para el Baskonia nunca hay un dos más uno, o que", se pudo oir desde el graderío.
Pitos, patadas y clamor contra el trío arbitral. El Buesa Arena no daba crédito a lo que estaba viendo. Los habitualmente serenos y sensatos aficionados del Caja Laboral no pudieron más. De la Maza y compañía acabaron con su paciencia y empezaron a caer bolas de papel al campo.
Ni las continuas peticiones de megafonía para que cesaran los lanzamientos de objetos pudieron contener los mismos. El público estaba encendido. El trío arbitral era su objetivo, ya que sentía que con sus erráticas decisiones le estaban robando. Así se lo hizo saber todo el pabellón puesto en pie cuando Marcelinho recibió una técnica que permitía al Barça adelantarse 54-59. "Manos arriba, esto es un atraco. Manos arriba, esto es un atraco", se pudo oír en un perfecto coro al unísono.
CONTRA EL DIRECTOR DE ARBITRAJE La tensión era máxima. Ya parecía que no hubiera nada que pudiera encender aún más los ánimos. ¿Nada? Pues no. Otra decisión polémica, protesta de Dusko Ivanovic, que al igual que los 9.700 espectadores no comparte la decisión de los colegiados, y técnica para el de Bijelo Polje, la segunda, por lo que es expulsado.
Bomba atómica en el Buesa Arena. Si ya el incendio era de grandes dimensiones, los del silbato siguieron echando gasolina. Más calor para la hoguera. La grada la tomó entonces contra el palco, donde estaba Alberto García Chapuli, director de arbitraje de la ACB, al que le hicieron saber que debería tomar cartas en el asunto con los tres colegiados que ayer dirigieron el choque del Buesa. "A la nevera", volvió a oírse desde debajo de una de las canastas, mientras hacían una peineta al colegiado.
Siempre en contra. Así lo entendió ayer la grada. De hecho, cuando a falta de ocho minutos Cortés sancionó tres segundos en la zona a Vázquez, se pudo escuchar en el Buesa con cierta sorna como cantó la grada el "Aleluya, aleluya". Ahí comenzó la reacción. "Jo ta ke, irabazi arte", pidieron los fieles. El equipo les hizo caso. Sacó su casta y pudo apagar el incendio que minutos antes provocaron De la Maza, Cortés y Perea.