vitoria. El mundo de Carlos Cabezas giró a velocidad de vértigo durante el pasado verano. Las semanas se convertían en meses para el jugador andaluz, abocado al paro de forma inesperada después de una aciaga temporada en Rusia bajo las órdenes de Sergio Scariolo. Las montañas de rublos que el Khimki le puso sobre la mesa le animaron a probar suerte en la ingente urbe anexa a esa megalópolis llamada Moscú. Junto a Raúl López -su presentación como nuevos integrantes del cuadro ruso tuvo lugar... en Marbella-, el base malagueño conoció de primera mano la caótica circulación que asola a cualquier conductor que ose lanzarse a la carretera, algo que bien pueden corroborar los jugadores del Baskonia en cada expedición a tierras moscovitas.
Pero las cosas no salieron como esperaba. Su peso en el equipo fue decayendo paulatinamente, y el propio entrenador italiano acabó anunciando la marcha de Cabezas el 25 de julio de una forma muy poco elegante, a través de su página web personal y deseando que "encuentre pronto un equipo que le ayude a volver al nivel que demostró" antes de abandonar el Unicaja de Málaga.
Ese equipo estuvo cerca de ser el Caja Laboral. Con una suculenta compensación en el bolsillo de 450.000 euros para finiquitar su contrato y decir adiós a la aventura moscovita, Carlos Cabezas inició un peculiar periplo en busca de un nuevo destino en el que reivindicarse como jugador. Quién iba a decir que el que fuera campeón del mundo con la selección española iba a toparse de bruces con un calvario semejante. Hoy, precisamente, el timonel del CAI Zaragoza cumple 30 años. Y a tenor de su rendimiento en la escuadra aragonesa después de apenas tres partidos, quienes le daban por acabado estaban equivocados.
Cabezas aterrizó en su actual destino -donde, por cierto, comparte vestuario con otro jugador por el que el Baskonia se interesó en verano, el joven granadino Pablo Aguilar- después de vivir durante días pendiente del teléfono. Rescindido el oneroso contrato que había firmado con el Khimki, sus agentes -Gorka Arrinda y Pepe Cobelo- iniciaron la búsqueda de un equipo dispuesto a recibir con los brazos abiertos a la que fuera perla de la cantera del Unicaja. Una de las primeras puertas a la que llamaron fue la del Buesa Arena. El club vitoriano respondió, aunque su ínfima propuesta decepcionó al jugador. Cabezas era consciente de que no estaba en condiciones de solicitar un sueldo de altura, pero tampoco estaba dispuesto a jugar en Vitoria por una nómina irrisoria.
Pasaron los días, pero el base andaluz no perdía la esperanza de recalar en el equipo de Dusko Ivanovic. Así se encargó de resaltar en las numerosas entrevistas que concedió por aquel entonces a medios de todo el país. Un internacional en la lista del paro de la ACB no dejaba de ser una noticia sorprendente. Entre medias, la relación de Cabezas con Gorka Arrinda se fue al garete definitivamente. El detonante llegó a finales de septiembre. Arrinda tenía previsto hablar con Josean Querejeta un 28 de septiembre para tratar otras cuestiones, y el agente bilbaíno aseguró a Cabezas que su fichaje por el Caja Laboral podía cerrarse ese mismo día. Pero no fue así. Justo una semana después, el hoy jugador del CAI rompió relaciones con su agente y empezó a buscar un equipo por su cuenta. Zaragoza y Granada le tentaron, y finalmente fue el rival baskonista de este mediodía el que se llevó el gato al agua, no si antes verse inmerso en un particular thriller con cuenta atrás incluida.
El Unicaja mantenía los derechos por el que fuera su jugador si éste optaba por regresar a la ACB, así que la entidad zaragozana debía presentar primero su oferta -cercana a los 250.000 euros- y esperar a que el club del Martín Carpena renunciara a ejercer su derecho de tanteo. El 15 de octubre, el CAI depositó su propuesta. Cinco días después -y no diez como es habitual, al haberse iniciado ya la competición- Unicaja renunció a hacerse con los servicios de Cabezas. Sin embargo, los problemas físicos de Panchi Barrera y, sobre todo, de un Terrel McIntyre que ahora estará de baja un mínimo de un mes, estuvieron a punto de decantar la balanza in extremis hacia el otro lado.
un líder en zaragoza La afición zaragozista acogió con los brazos abiertos a un hombre cuya condición de cupo le presentaba como un apetitoso manjar para cualquier plantilla. Desde que se integró en el roster del cuadro dirigido por José Luis Abós, todo ha fluido a la perfección para Carlos Cabezas. Su debut llegó nada menos que en el Palau Blaugrana ante el mismo equipo con el que se enfrentó en su primer partido como profesional con apenas 19 años. Para sorpresa de todos, el CAI se impuso al Barcelona con un increíble tiro sobre la bocina de Van Rossom y 17 minutos de juego -cuatro puntos y tres rebotes- del recién llegado. Una semana después, frente al Cajasol, ya se erigió como el segundo jugador más valorado del equipo -nueve puntos, dos rebotes y cuatro asistencias-.
En la pasada jornada, cuando cayeron derrotados ante el Fuenlabrada, ya se había convertido en uno de los grandes referentes del conjunto aragonés, con quince puntos y veinte de valoración. Defenestrado y olvidado a partes iguales para muchos, Carlos Cabezas lucha ahora por recuperar su estatus en la competición nacional y demostrar que todavía corre mucho baloncesto por sus venas. De momento, va por el buen camino.