viendo la cara de un directivo del Power Electronics Valencia al finalizar el encuentro, se podía interpretar todo lo sucedido en el último cuarto. El cuadro de Hussein volvió a demostrar que no es un equipo que a día de hoy pueda ser competitivo y sólido durante los cuarenta minutos. El último cuarto disputado por el conjunto taronja será recordado durante tiempo por el cúmulo de imprecisiones y fallos cometidos. Vi en ese periodo a un Valencia mentalmente agotado y sin las ideas claras. Dejaron de jugar en equipo y buscaron soluciones individuales cuando todavía el marcador estaba parejo. Pérdidas de balón (2), tiros de 3 puntos precipitados (11), fallos clamorosos de Lishchuk debajo del aro (3), tapones recibidos (2), uno contra uno en penetración sin sacar nada (2)... Sólo fueron capaces de anotar dos puntos y de tiro libre. Con este panorama era obvio cuál iba a ser el desenlace final. El Baskonia no le fue a la zaga, ya que también le costó anotar su primera canasta alrededor de cuatro minutos. Pero la diferencia estribó en que el cuadro vitoriano cuenta con más argumentos en el juego dinámico y rápido, con jugadores con una capacidad de anotación bestial. El Valencia le quiso jugar de tú a tú y para cuando se quisieron dar cuenta sólo pensaban en atacar y atacar, sin prestar atención a la defensa. Los Claver y compañía cavaron su propia tumba ante un público resignado. En cuanto a los nuestros, quiero destacar el trabajo de Bjelica en lo que, sin duda, supuso el partido más completo desde que está en Vitoria. Y no solo porque nos demostró que puede anotar, sino también porque es una solución para defender a jugadores de la talla de Savanovic, de abrir la cancha con su amenaza de más allá de la línea de 6,75 metros, de ayudar en el rebote, de correr en el contraataque y de jugar de falso cuatro. Esperemos que esto le sirva como motivación para trabajar más duro si cabe y de ayudar al equipo independientemente de los minutos que esté en la cancha. En cuanto al juego en general, he de decir que el Caja Laboral vivió durante muchas fases del encuentro por su acierto en el tiro de tres puntos, muy peligroso ante contrarios de más entidad. Además, tuvo la suerte que el Valencia no es un equipo que defienda bien, ni individualmente ni colectivamente. Todas las situaciones de pick and roll o de echar la pelota al suelo suponían crear ventajas que acababan con tiros abiertos sin oposición o continuaciones de los pívots. En definitiva, una buena manera de hacer olvidar la derrota en Rusia y de preparar el siguiente partido continental ante el Zalgiris.