BARCELONA Sada (7), Navarro (6), Mickeal (13), Morris (16), Ndong (1)-cinco inicial-, Vázquez (9), Ricky (13), Lakovic (8), Grimau (6), Lorbek (7), Perovic (2), Basile (1).

REAL MADRID Prigioni, Llull (4), Velickovic (4), Reyes (6), Tomic (4) -cinco inicial-, Tucker (15), Suárez (3), Sergio Rodríguez (6), Fischer (10), Garbajosa (1), Vidal (2).

Parciales 26-15, 19-14, 31-8, 13-18.

Árbitros Hierrezuelo, Conde y Peruga. Eliminaron a Ndong.

Estadio Buesa Arena. En torno a los 9.000 espectadores.

vitoria. Cantaba Julio Iglesias aquello de que la vida sigue igual. Y eso parece. Poco o nada ha cambiado al menos para Ettore Messina durante el verano. El preparador italiano salió ayer con las orejas gachas después de que su nuevo proyecto quedara reducido a cenizas en el primer encontronazo contra el equipo que le amargó la existencia en su primera temporada como técnico del Real Madrid. El Barcelona de Xavi Pascual, el del pasado año, el que lo ganó todo salvo la heroica ACB que le arrebató a base de vísceras el Baskonia, ridiculizó sin piedad al conjunto blanco en la segunda semifinal de la Supercopa.

Sustentado en los automatismos que lo coronaron como el mejor equipo del continente, el Barça ofreció una exhibición de juego colectivo poco habitual a estas alturas del calendario. El Madrid apenas aguantó unos minutos el tremendo poderío físico del cuadro blaugrana. Xavi Pascual dispone de argumentos en su plantilla para plantear el partido que más conviene a su tropa. Y para jugar contra el conjunto de Messina, como ya hizo la temporada pasada, apostó por el músculo.

Sada entró en el quinteto inicial para estrangular a Prigioni, de nuevo peleado con su antigua afición, y el Madrid se desangró ante la asfixiante defensa de perímetro de los catalanes. Messina, superado por la puesta en escena de su colega, volvió a mover el banquillo con ansiedad, pero ninguno de sus parches redujo la sangría. Un Morris en estado de gracia (cinco triples) y un dominio insultante del rebote sentenciaron el duelo cuando todavía quedaban 27 minutos por delante.

dolorosa sangría La irrupción de Clay Tucker, el anotador compulsivo que el Madrid echó en falta el ejercicio anterior, devolvió la esperanza al conjunto capitalino, que rebajó las diferencias superiores a la veintena al alcanzar el descanso (45-29). Fue sólo un espejismo. Tras la reanudación llegaría lo peor para el Madrid, que se convirtió en un juguete roto, en un títere en manos de un equipo que juega de memoria y que combina un ilimitado talento ofensivo con una de las mejores defensas, tanto en el plano individual como en el colectivo, que se recuerdan en la historia del baloncesto europeo.

El Barça jugó a su antojo con su eterno rival. Pascual, que quiso mandar un mensaje envenenado a Messina, pidió a sus hombres que metieran una marcha más y la semifinal estalló en pedazos. Con un parcial de 22-0 en un tercer cuarto cruel para los blancos, el equipo blaugrana encaminó el marcador a rentas que alcanzaron los 40 puntos y dejaron en evidencia al combinado madridista.

El Barça ha puesto las cosas en su sitio a las primeras de cambio. Ettore Messina tendrá que trabajar mucho su nueva plantilla para poder plantar cara a un colectivo sin fisuras. De lo contrario, al Madrid le aguarda un nuevo año de humillaciones.