vitoria. La marcha de Tiago Splitter a la NBA no sólo dejó un enorme hueco en el juego interior baskonista. El socavón se extiende en estos momentos a toda la plantilla del Caja Laboral, en un problema que la entidad vitoriana trabaja estos días para solucionar de la mejor manera posible. Con el pívot brasileño a unos kilómetros de la capital alavesa -aunque no podrá jugar el torneo de Logroño por lesión- su ficha de jugador nacional fue un salvoconducto que en pasadas temporadas salvó al equipo a la hora de cuadrar los famosos cupos. Esos que dictan que cada equipo de la ACB debe contar con al menos cuatro jugadores nacionales en un roster de once hombres, aumentando a uno más si éste sube hasta los doce baloncestistas.

Ahora, con tres cupos en su haber -Fernando San Emeterio, Pau Ribas y Brad Oleson, éste último tras jurar la Constitución española el 21 de octubre del pasado año- el Baskonia necesita un jugador español más para cumplir con la reglamentación vigente. Las opciones son dos, y muy diferenciadas. Por un lado, la escuadra azulgrana podría fichar un jugador de nivel ACB para que sea uno más en el equipo. La segunda posibilidad sería destinar esa cuarta ficha a un hombre de relleno, cuyo trabajo real se traslade únicamente a las sesiones de entrenamientos y a calentar el banquillo en los partidos oficiales. Un puesto que podría ir perfectamente destinado a Martín Buesa.

Como bien apuntó Dusko Ivanovic hace unos días, el objetivo primordial pasa por firmar a un jugador de calidad pero, si no fuera posible, echarán mano de la segunda opción. "Lo ideal sería que ese jugador nacional fuera un buen jugador. El problema es que no podemos elegir su posición", lamentó el técnico montenegrino. "Ahora no hay muchos españoles de calidad en el mercado, así que esperaremos. Si no, nos quedamos así y a ver qué pasa", adelantó el entrenador baskonista con cierta resignación en sus primeras palabras tras las vacaciones.

No le falta razón. En la actualidad, un cupo de nivel es una especie en peligro de extinción en el panorama nacional, como bien saben todos los clubes de la ACB, que no quieren desprenderse de ellos ni con agua hirviendo. El mejor ejemplo es Pablo Aguilar. Pretendido por el Baskonia, el jugador reconoció en este periódico que el equipo vitoriano estaba interesado en su contratación, al tiempo que dejó claro su deseo de recalar en la capital alavesa. Pero el Real Madrid, que repescó al ala-pívot andaluz tras abonar 350.000 euros al Granada, sólo está dispuesto a traspasarlo a cambio de una cantidad estimable, en un caso similar al que el Caja Laboral sufre estos días con Lior Eliyahu.

pocas opciones El Madrid prefiere cederlo a otro equipo, pero Aguilar tiene derecho de veto. En principio, el viaje del interior granadino a Madrid el lunes de la semana pasada parecía que iba a desencadenar los acontecimientos pero, con anuncio de posible cesión al CAI Zaragoza de por medio, el jugador continúa su particular tira y afloja con la entidad merengue. Con la excepción de Aguilar -primer descarte de Sergio Scariolo para el Mundial-, que no entra en los planes de Ettore Messina, el mercado no ofrece demasiadas alternativas.

Una de ellas es Carlos Cabezas. El base malagueño está a un paso de rescindir su contrato con el Khimki ruso, como ya anunció el propio Scariolo en su blog personal. Tras un mal año en Rusia, Cabezas quedará libre para negociar un nuevo contrato con cualquier club que muestre interés en sus servicios. Aunque varias informaciones situaban ayer al timonel andaluz en la órbita de un grande europeo, el propio Cabezas negó ayer a este periódico que su destino vaya a ser la capital alavesa.

Ante esta tesitura, no es de extrañar que el nombre de todo un veterano como Jordi Trías haya sido protagonista de un sinfín de rumores en distintos equipos de la ACB aunque, finalmente, el interior catalán parece haberse comprometido ya con el Joventut de Badalona para las próximas cuatro temporadas. Mientras tanto, y a la espera de que el Caja Laboral mueva ficha, Oleson, Ribas y San Emeterio -desde la distancia- aguardan la llegada de un nuevo compañero con el que compartir vestuario e idioma durante al menos un año.