Vitoria. Sobre él se han vertido críticas, en algún caso, injustas. Marcelinho Huertas está evidenciando en su primera temporada en el Caja Laboral que está sobradamente capacitado para dirigir a un grande de Europa. Tras un arranque difícil, en parte por sus lesiones musculares, el timonel brasileño se ha asentado como base titular y está guiando con maestría al equipo de Ivanovic hacia la tercera Liga de su historia. Frente al mismísimo Ricky Rubio, ayer impartió una lección de liderazgo y determinación en los compases finales. Con su desparpajo habitual, evidenciando una vez más que nunca le tiembla el pulso, protagonizó acciones vitales que aseguraron el triunfo como un par de canastas, un rebote ofensivo y una recuperación de oro. Antes de que él rematara la faena, San Emeterio allanó el camino con otro papel descollante. El cántabro, que pide a gritos su presencia en la selección, rellenó su estadística con puntos, rebotes, asistencias y robos, sin despreciar un trabajo oscuro digno de alabar ante Pete Mickeal.
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