Vitoria. Por tercer año consecutivo, la final de la Liga ACB va a reunir a los dos tradicionales dominadores del baloncesto estatal de los últimos tiempos. Caja Laboral y Barcelona llevan camino de extender una dinastía casi sin precedentes a nivel doméstico. A lo largo de las últimas temporadas, están copando casi todos los títulos nacionales y, una vez más, optan al galardón más preciado.
A partir de este jueves, ambos buscarán deshacer la igualdad en su particular enfrentamiento en la gran final. Mientras el club vitoriano se llevó todos los honores en el ejercicio 2007-08 por la vía rápida (0-3) y certificó el que era su segundo entorchado de la historia, el conjunto catalán no tardaría en exceso en vengar esa afrenta con algún apuro más (1-3) en la pasada temporada. Aquel matador triple frontal del francotirador italiano Gianluca Basile en los últimos segundos del asalto inaugural cercenó las opciones baskonistas de hacer algo grande.
Se da la curiosidad de que ambos equipos fueron campeones pese a contar con el factor pista en contra. Algo que le sucede en esta ocasión al Baskonia, cuyo segundo puesto en la fase regular le coloca a las puertas de un desafío mayúsculo y, siendo sinceros, para el que no existe demasiado optimismo en el entorno pese al sobrio papel desplegado en la semifinal recién finalizada ante el Real Madrid.
Porque, a priori, se trata del combate más desequilibrado que van a protagonizar alaveses y catalanes en una gran final. El cuadro adiestrado por Xavi Pascual, que opta a un triplete histórico, se ha convertido en una implacable trituradora de rivales. Sustentado en una plantilla impresionante y con puestos hasta por triplicado para minimizar cualquier lesión o puntual mal día de un jugador, ya luce orgulloso en sus vitrinas la Supercopa, la Copa y la Euroliga.
El rival vitoriano acumula únicamente cinco derrotas en lo que va de curso (Gran Canaria, Power Electronics y Lagun Aro en la ACB, Partizan y Real Madrid en Europa), se ha impuesto al Caja Laboral en sus dos choques directos a nivel doméstico y, por si fuera poco, permanece imbatido en el Palau Blaugrana. Sin ninguna duda, registros como para echarse a temblar.
Por otro lado, la actual será la séptima final liguera que alcanza el Baskonia a lo largo de su historia y, concretamente, la cuarta en los últimos cinco años. Su regularidad es, en este sentido, asombrosa. Desde que en la temporada 97-98 sufriera una enorme decepción ante aquel TDK Manresa comandado por Joan Creus, precisamente el arquitecto del actual Barcelona, los desencantos han sido ligeramente mayores que las alegrías. Los imborrables títulos de 2002 y 2008, sellados con Ivanovic y Spahija en el banquillo, tuvieron su contrapeso en las derrotas -alguna hiriente- de 2005, 2006 y 2009. El conjunto vitoriano dispone ahora de una oportunidad para mejorar su negativo balance, aunque lo cierto es que la empresa se antoja muy difícil viendo el impresionante estado del ogro culé.