Ettore Messina le ganó la partida ayer a Ivanovic. El italiano supo revertir el deprimente estado anímico de su equipo para conquistar una victoria que puede complicarle mucho la eliminatoria al Caja Laboral. No ya por la derrota, que entraba dentro de los cálculos incluso de los más optimistas, sino por la fórmula que halló Messina para descubrir las fisuras del sistema táctico de su colega y por la inyección anímica que para el vestuario blanco pueden tener los últimos minutos del choque.
Messina, en cualquier caso, no tuvo que devanarse los sesos. Le bastó con sacar partido a la ventaja de centímetros con la que cuenta en su plantilla y, de paso, aprovechar las concesiones que en este sentido le hizo el preparador montenegrino, que se empeñó en varias fases del encuentro en disponer sobre el parqué de un quinteto en el que Mirza Teletovic o Lior Eliyahu cargaban con la responsabilidad de ocupar el puesto de cinco.
La sangría que provocaron en el poste bajo los cuatro peones del equipo merengue que trataron de buscar ventajas supuso el salvavidas de un equipo, el Real Madrid, que siguió mostrando carencias alarmantes en otras facetas baloncestísticas, tanto en defensa como, sobre todo, en ataque. El juego de espaldas a canasta se convirtió, de hecho, en el único argumento que ofreció el equipo merengue, que extrajo un elevadísimo porcentaje de sus puntos en este tipo de situaciones. Tomic (18), Velickovic (11), Reyes (11) y Lavrinovic (9) acumularon 49 de los 80 puntos que ayer reflejaba el casillero local en el marcador de Vistalegre al término del encuentro. Esto supone más o menos el 60% de un equipo que encontró muchísimas complicaciones para producir a través de otras soluciones. Una barbaridad que le permitió al Real Madrid mantenerse a flote en un partido que, de no mediar el desplome final del conjunto vitoriano, llevaba trazas de convertirse en el epílogo de una serie en la que el Caja Laboral está siendo manifiestamente mejor.
Ahora, con el chute de moral que puede concederle a los pupilos de Messina el apoteósico epílogo del encuentro, que incluso sirvió para reconciliar a la cuestionada plantilla blanca con su afición, habrá que ver si el Baskonia se muestra capaz de imponer esta superioridad mañana o si, por el contrario, se ve obligado a jugárselo todo a una carta en el Fernando Buesa Arena.
Ivanovic manifestó en la sala de prensa que la clave del duelo residía en la relajación defensiva que mostraron sus pupilos en la puesta en escena del partido. Y así fue. Precisamente esas facilidades y esa escasa contundencia fueron las pistas que condujeron al Madrid a percutir una y otra vez en el poste bajo. El problema para Messina es que no le puede bastar con ese argumento para plantar cara al Caja Laboral, a poco que el cuadro vitoriano recobre sus señas de identidad en el cuarto partido. En cualquier caso, Ivanovic debería tenerlo más en cuenta para evitar desfases tan claros como los que aprovechó a su antojo Lavrinovic cuando Splitter se tomaba un respiro.