vitoria. La suya es una tiranía que no admite excesivas discusiones. Cual monarca despótico capaz de regir el destino de miles de ciudadanos, Tiago Splitter tiene una especie de imán en sus manos para imponer su ley en encuentros de toda clase. Sus recientes exhibiciones ligueras en Sevilla y Fuenlabrada, una vez adquirido el tono físico ideal tras la inoportuna lesión en el tobillo que coartó las ilusiones del baskonismo en la Copa y en el tramo decisivo de la Euroliga, no han hecho sino refrendar la supremacía del pívot brasileño en un torneo que gobierna con puño de hierro.
Basta revisar las estadísticas para cerciorarse del mágico hechizo que ejerce para la causa azulgrana y el brutal efecto intimidatorio en los técnicos rivales, supeditados a los continuos dos contra uno para minimizar los daños. Una atracción que, entre otras cosas, posibilita el lucimiento de su socio ideal (Teletovic) a la hora de desenfundar su fusil desde los 6,25 metros y dota al Caja Laboral de un equilibrio bajo sospecha durante este ejercicio sin su espigada figura imponiendo respeto en la pintura.
Splitter figura en la pole position en la carrera por el MVP. Presume en la actualidad de ser el jugador más valorado del torneo (21,6 puntos de media) a una distancia considerable de sus perseguidores. El suyo es un trabajo constante, de pico y pala, moldeado en la centrifugadora de Zurbano al lado de Iñaki Iriarte, una persona clave para justificar su imparable progresión. Eso sí, para nada exento de brillo, ya que prácticamente ningún interior en el Viejo Continente ostenta sus facultades físicas y técnicas para marcar diferencias.
Junto al recién aterrizado Ante Tomic, un clon suyo fichado por el Real Madrid, permanece como uno los contadísimos postes que continúa patentando el olvidado juego de espaldas al aro. Una costumbre en desuso entre los hombres altos, más propensos a utilizar un catalejo para divisar la canasta y rehuir el contacto como los fornidos baloncestistas de antaño.
por lo civil o lo criminal Hay más datos que avalan su reinado a nivel doméstico. El de Joinville se mantiene en el quinto lugar en la tabla de anotadores -sólo superado por los cañoneros Carroll, Fitch, Vujanic y Tucker- con más de 16 puntos por partido. Su solvencia reboteadora también se encuentra fuera de toda duda, siendo momentáneamente el octavo jugador más regular en este sentido con casi 7 rechaces de media.
El abrumador dominio del capitán baskonista se extiende a otros apartados del juego como las faltas recibidas o las canastas de dos materializadas. En el primer caso, sus pares no suelen concebir otra táctica que el garrotazo limpio para reducir su manantial. Recibiendo seis faltas en cada comparecencia, más que nadie, Splitter continúa encabezando la lista de jugadores que reciben un marcaje más estricto. Rara vez consiguen este propósito sus pares a la vista de que perfora en más ocasiones -en concreto, seis- el aro contrario con unos porcentajes próximos al 60% de acierto.
Desde que arrancó la temporada, la regularidad de Splitter es asombrosa. Únicamente en dos de los 26 partidos que ha disputado hasta la fecha no ha alcanzado la barrera de los diez puntos. El Bilbao Basket y el Barcelona, éste con el matiz de que el carioca acababa de dejar atrás su contusión ósea, redujeron casi hasta la mínima expresión (6 y 5 puntos respectivamente) su bagaje anotador. La versión más humana de un cinco sobre el que giran la mayor parte de las opciones del Caja Laboral de impedir una final entre los dos mastodontes futbolísticos y destronar al Barcelona. Quizá, su último servicio al club alavés antes de emprender la aventura americana y seguir la estela de otros iconos baskonistas que, como sucederá con él, han dejado una huella imborrable en la capital alavesa.