vitoria. A Ettore Messina le está costando conciliar el sueño estos últimos meses. Por más que lo intenta, el técnico siciliano sigue sin dar con la fórmula para superar al intratable Barça de Xavi Pascual. Al Madrid se le han indigestado los siete enfrentamientos que hasta la fecha han protagonizado ambos conjuntos. Superado en la Supercopa, humillado en el duelo liguero disputado en Vistalegre y postrado de impotencia en la final de la Copa del Rey de Bilbao, Messina acarició la sinfonía perfecta en la eliminatoria de cuartos de final de la Euroliga. Aun así, su equipo acabó desafinando ante la lógica que impone su rival, guiado por los virtuosos Ricky y Navarro.
Messina se ha revelado a lo largo de su carrera como un técnico voraz. Ha manejado siempre grandes plantillas, las mejores, pero les ha sabido siempre sacar partido. Hasta este año. El preparador transalpino, seducido por el derroche de euros y medios que Florentino pretendía destinar a la sección de baloncesto, ha exigido más munición a la directiva para poder siquiera pelear por el título liguero. El ex jugador de los Jazz Morris Almond, actualmente en la liga de desarrollo estadounidense, tiene todas las papeletas para convertirse en el enésimo refuerzo del equipo blanco. Kaukenas, uno de los pilares del grupo en la primera mitad de la temporada, parece que será el sacrificado, la penúltima víctima de Messina.
El técnico italiano, de hecho, no podrá descansar hasta que su remendada plantilla pueda plantar cara con dignidad al Barça. No importa que durante el verano le permitieran dibujar sobre un folio en blanco el equipo con el que quería afrontar su aterrizaje en la ACB. Ni el hecho de que a mitad de temporada se haya incorporado a dos estrellas como Jaric y Tomic. No le basta para superar al Barcelona.
Esta tarde (18.00 horas/La2) tendrá lugar en el Palau Blaugrana la octava entrega de este drama madridista. Para Messina será un banco de pruebas, un ensayo general para diseñar la estrategia con la que encarar una hipotética final de los play off. No le queda otro clavo al que aferrarse para no dilapidar su primera temporada en blanco.
En cualquier caso, el Madrid tampoco cuenta con margen para andarse con demasiados miramientos. Ahora mismo pugna con el Caja Laboral por la segunda plaza de la fase regular y un tropiezo en Barcelona acabaría con la exigua renta con la que cuenta en la clasificación.