E l Caja Laboral continúa sin ser un equipo reconocible. Ayer ganó, pero ni mucho menos convenció. Y lo hizo tras ahondar en el caos. No en vano, incurrió en la desmedida cantidad de 21 pérdidas. Un hecho que, en condiciones normales, implicaría la pérdida del partido pero que esta vez quedó en un segundo plano gracias a la milagrosa reacción en los apoteósicos noventa segundos finales ante la ingenuidad del Granada.

Este negro capítulo delata que el Baskonia está muy lejos de ser un conjunto redondo. El descontrol en el juego, propiciado en parte por la falta de liderazgo en la dirección y la escasa clarividencia en el juego estático, volvió a lastrar el rendimiento azulgrana. El problema es que ya llueve sobre mojado y las concesiones en este apartado se han convertido en una tónica habitual desde hace semanas.

El desconcierto se inició bien pronto y tuvo a Pau Ribas, un jugador con la confianza por los suelos, en el triste protagonista. El badalonés, la reiterada apuesta de Ivanovic en el cinco titular por delante de Huertas y Singletary, lanzó dos balones a la grada sin la menor oposición y anticipó el calvario que viviría el equipo vitoriano a renglón seguido. Con un inquietante 7-10 en el marcador en el minuto 5 y la sensación generalizada de que el ritmo correspondía al respondón Granada, Ivanovic le sustituyó rápidamente para propiciar un cambio en la decoración.

La entrada de Huertas supuso una bocanada de aire fresco. Desde su entrada hasta el final del primer acto, el Caja Laboral disputó quizá los mejores minutos de un duelo soporífero y de escasa calidad. Por entonces, la cifra de pérdidas ya se elevaba a seis. Después de que un triple del timonel brasileño colocara un esperanzador 22-14, volvieron a reaparecer las peores pesadillas. Una monumental parálisis ofensiva, saldada con seis minutos sin un mísero punto y un desfavorable parcial de 0-12 en contra, permitió a los andaluces recobrar la esperanza. El uno paulista no fue el único integrante local en adentrarse en un callejón oscuro, ya que English y Teletovic se vieron nuevamente presos de la ansiedad y facilitaron sobremanera la labor nazarí.

apuesta por singletary Al descanso, los de Ivanovic acumulaban 13 pérdidas. Pese a liderar con apuros el partido (32-30), flotaba en el ambiente un regusto amargo por comprobar las irregulares evoluciones de un bloque lastrado por los altibajos. Si bien el Baskonia apostó por dar un pase de más en varias posesiones, la falta de orden y disciplina en el juego se agudizó en el tercer cuarto. Entonces se vivieron los momentos más críticos. Tal era la frustración de Ivanovic que, en sus postrimerías y con 43-45 en el electrónico, intentó buscar un antídoto para remediar estos males con el ingreso de Singletary.

En este tramo, afloró el estado de nerviosismo con siete nuevas pérdidas que disparaban la cifra hasta 20. El estadounidense no contribuyó, en líneas generales, a arreglar el desaguisado. Con él al mando de las operaciones, el Baskonia vivió en primera instancia su instante más crítico (46-54), originado en una técnica a Ivanovic por protestar, antes de una nueva reacción (59-58) que devolvió a la pista a Huertas. El cuadro vitoriano detuvo la sangría en el último cuarto, donde quedó contra las cuerdas a falta de un minuto y medio. De cara a compromisos venideros más exigentes, el margen de mejora es evidente.