barakaldo. Tras un comodísimo comienzo copero ante el anfitrión, la auténtica Copa del Rey arranca esta noche para el Caja Laboral. El azar del caprichoso sorteo celebrado en el museo Guggenheim trazó un laborioso camino que tiene pinta de no variar ni un ápice. El Real Madrid, verdugo del Joventut, se convirtió ayer a última hora en el último obstáculo alavés en el camino hacia un nuevo hito copero.
La semifinal no puede estar teñida de más morbo ni presentar más alicientes. El conjunto de Messina, plagado de ex baskonistas en sus filas, fue concebido el pasado verano para reinar en todos los frentes. Tras un notable inicio de temporada, sufrió hace dos meses una pájara de la que le está costando recuperarse. No en vano, ya ha cosechado cinco derrotas a nivel doméstico y tiene cuesta arriba su billete para los cuartos de final de la Euroliga tras sucumbir recientemente en Tel Aviv y Siena.
En cuartos de final, los blancos elevaron sus prestaciones y mostraron unas hechuras más acordes a lo que se espera de un club que ha tirado la casa por la ventana. Se trata de un rival que no esconde excesivos secretos. Doce jugadores del más alto nivel, algunos muy desequilibrantes, puestos hasta por triplicado, obligatoriedad de hacer convocatorias, posiblemente el técnico más reconocido del Viejo Continente... Contra ese coloso de la canasta deberá competir un Caja Laboral que, si bien cuajó ayer un meritorio papel, deberá multiplicarse para sellar el billete a su séptima final de la última década.
Más si como todo hace indicar vuelve a padecer la baja de Splitter, un elemento imprescindible para contener al peligroso quinteto de interiores merengues (Lavrinovic, Reyes, Velickovic, Garbajosa y Tomic). La inferioridad numérica parece palpable en la zona, aunque este Baskonia es capaz de sacar fuerzas de flaqueza para derribar cualquier muro por muy inabordable que parezca.
La presencia del interior brasileño, todavía con ostensibles dolores en su tobillo izquierdo, se encuentra supeditada a un milagro. Para ser exactos, se perderá con seguridad un partido que le motivaba sobremanera. Durante estas horas se le mimará, recibirá todo tipo de cuidados y, en función de su estado, será el propio jugador quien en última instancia dictamine si está en condiciones de echar una mano en un compromiso donde Dusko Ivanovic necesitará de todos. Parece que todo resultará en balde. Otro motivo para ganar: las dos últimas semifinales coperas entre Baskonia y Real Madrid se han decantado a favor de los madridistas.