el Baskonia es como un niño rebelde, de esos que prefieren la adrenalina de la temeridad frente al sosiego fruto de la prudencia. Al fin y al cabo, ser malo es mucho más divertido. Pero cuando tu entrenador se llama Dusko Ivanovic, jugar con fuego es una práctica que no debería entrar en el vocabulario, bajo pena de bronca monumental en el vestuario.
Lo ocurrido ayer sobre el parqué del Buesa Arena no fue sino el ejemplo más ostentoso de esa desesperante habilidad que ha ido desarrollando el Caja Laboral para complicarse la vida en cuanto dispone de la mínima oportunidad. En los últimos tiempos, de hecho, ha gozado de varias ocasiones para dejarlo patente.
Y lo mejor de todo es que, al menos hasta ahora, la moneda siempre ha acabado saliendo cara. Incluso ante el rival que ha tenido más opciones de salir del pabellón de Betoño con un triunfo bajo el brazo en lo que va de temporada, el equipo vitoriano supo recuperarse en un espectacular tramo final. Quizá por la fuerza de la costumbre, el Baskonia supo reactivarse a tiempo como ha hecho en al menos otros cuatro encuentros de esta campaña. Antes de que el conjunto de Neven Spahija -que se llevó de nuevo unos estruendosos aplausos al pisar el parqué baskonista- rozara la sorpresa con las yemas de los dedos, hace dos jornadas el Xacobeo Blu:sens a punto estuvo de consumar su rol de matagigantes en su feudo, cayendo derrotado por un apretado 76-80 tras un choque imposible de definir.
En el último partido en Santiago del ya retirado Marc Jackson, el cuadro azulgrana vencía por nada menos que veinte puntos de diferencia (38-58) en el inicio de la segunda parte.
Pero matar el partido con dos cuartos aún por disputar no iba a tener ninguna emoción para los hombres de Ivanovic, así que decidieron pisar el freno hasta dejarse remontar a falta de 55 segundos para el final, cuando el Xacobeo se colocó con un 74-73 que le hizo soñar con la victoria. Para su desdicha, el Caja Laboral recordó que no había viajado a Santiago para visitar la catedral en pleno año jacobeo y acabó echando por tierra la esperanza gallega.
Unas semanas antes, el equipo vitoriano visitaba Granada, a priori una cancha no demasiado temible. Pero cuando los andaluces pusieron en pie a su afición con un 71-70 a falta de un suspiro después de haber permanecido a remolque durante todo el encuentro, tuvo que ser Mirza Teletovic el encargado de hacer sonar el despertador con un triple in extremis que iluminó finalmente el electrónico con un 79-85.
Fue precisamente el ala-pívot bosnio el mismo hombre que, una jornada antes, había sentenciado el duelo en el Buesa contra el Cajasol, que se acercó con un 68-66 a falta de 30 segundos. Un logro parecido al que consiguió la Penya en la duodécima jornada (73-73 cuando restaban trece segundos para el final). Aquel día, como ayer, no fue Teletovic sino Pau Ribas el encargado de apuntillar a su rival, y a la vez ex equipo. Habrá que ver si la próxima vez la moneda vuelve a caer de cara.