La historia del baloncesto está llena de bocazas. Probablemente, a la hora de largar improperios nunca ha habido ni habrá alguien tan ingenioso como el orondo Charles Barkley, y eso que en su época el norteamericano no disponía de una herramienta que hoy en día causa furor entre los jugadores de baloncesto de medio mundo. Twitter se ha convertido por derecho propio en la red social de más éxito en Internet junto a Facebook. Y, al igual que el maremágnum de listas de amigos creado en la Universidad de Harvard, también causa algún que otro contratiempo a los que hacen uso de él. Si no que se lo pregunten a Velimir Perasovic, que un buen día se topó en la Red con toda una retahíla de improperios salidos de la boca -o más bien del teclado- de su jugador Antonio Graves.

"Es una basura de entrenador. Ayer me gritaba mientras yo me moría de risa por dentro", aseguró uno de los dos estadounidenses de los que disponía la Cibona de Zagreb en la primera fase de la Euroliga. Graves hacía referencia a un incidente que había tenido lugar el día anterior cuando, tras llegar tarde a un entrenamiento, Perasovic enmendó la plana a su pupilo, parece que sin mucho éxito. "A este chico le pasa algo. Ya no cuento con él", aseveró el antiguo técnico baskonista a los medios croatas. El 28 de noviembre, días después de aquello, Graves fue fulminantemente despedido.

Además de aquel post en su página, el escolta se había despachado a gusto con anterioridad, incluso amenazando con agredir a Perasovic en cuanto tuviera ocasión. Por si fuera poco, el ahora jugador del Hapoel israelí había protagonizado un lamentable espectáculo antes del partido europeo frente al Asvel, negándose a subir al avión hasta que el maltrecho club croata no le pagara el dinero que le debía.

Pero en Europa el auge de Twitter aún no puede compararse con la desquiciante situación que tiene loco a David Stern, máximo dirigente de la NBA. Allí, varios hombres -entre ellos Shaquille O`Neal- han sido sancionados por actualizar sus páginas en medio del partido, algo que esta red permite hacer desde el teléfono móvil. No mandaron los mensajes en el descanso, ni durante la rueda de calentamiento, sino sentados en el banquillo mientras aguardaban a saltar al parqué. La multa de 7.500 dólares quizá les lleve a pensárselo mejor la próxima vez.

De cualquier forma, su actuación fue todo un ejemplo de concentración y profesionalidad que, por su bien -teniendo en cuenta quién es su entrenador- ni Taquan Dean ni Sean Singletary se han atrevido a realizar hasta ahora. Los dos norteamericanos son los únicos jugadores baskonistas que cuentan con un Twitter en el que comparten sus vidas con aficionados, familiares o amigos. Algunos de sus posts no tienen desperdicio. Dean, un auténtico fanático de esta red social a juzgar por su enfermizo número de mensajes, lo usa para todo, incluso para pedir ayuda nada más aterrizar en Vitoria. "¿Alguien sabe dónde puedo hacerme un buen corte de pelo aquí? Necesito ayuda, por favor", solicitó el exterior baskonista a sus casi 1.500 seguidores antes de colgar una curiosa fotografía de unos calcetines marca Kike. "Mañana voy a jugar el partido con esto puesto", ironizó. Además, tras completar un entrenamiento con Dusko Ivanovic, apuntó que no corría tanto desde su primer año en la Universidad.

Por su parte, Singletary gusta de colgar frases más propias de un libro de autoayuda. "Mi mundo se mueve con rapidez. El pasado parece tan lejano que lo aprieto tan fuerte que no puedo respirar" o "la vida es un viaje, sólo puedes escalar una montaña paso a paso, y aunque tropieces, debes seguir ascendiendo". Todo un poeta el base azulgrana.