El disparatado recibo de la luz, la sostenibilidad frente al cambio climático, la nueva legislación, la tecnología... De un tiempo a esta parte, todos los factores empujan a la sociedad a buscar soluciones para el suministro de energía, y las comunidades energéticas son una alternativa que se va abriendo paso poco a poco en un momento en el que las administraciones también apuestan por las fuentes renovables. La localidad de Lasierra fue la primera que en Álava apostó por poner en marcha una de estas iniciativas, mediante las que entidades locales, vecinos o empresas se unen para, de forma autogestionada y bajo el concepto de la cogobernanza, producir su propia energía.

Castillo ha sido el primer concejo de Vitoria que se ha decidido a dar un paso que uno de sus promotores, Iñigo Liger, entiende como un desbroce del camino que con el tiempo irán recorriendo otros pueblos o barrios del municipio. "Abrir camino es un poco complicado, pero cada vez es más sencillo, en un año lo hemos conseguido", asegura Iñigo, quien explica cómo surgió la idea de crear una comunidad energética en Castillo, un pequeño pueblo separado de Vitoria por el monte Olarizu, de unos setenta habitantes censados.

"Estábamos haciendo la suerte fogueral del pueblo con un vecino y vimos que había que empezar a moverse", señala Iñigo. A partir de entonces, comenzó un rosario de reuniones y trámites burocráticos que ha desembocado en la puesta en marcha, hace apenas unos pocos días, de la comunidad energética de Castillo, que toma la energía del sol mediante 48 paneles fotovoltaicos instalados en el tejado de la bolera, junto a la iglesia del pueblo, que ya se alimenta con la luz de esta instalación. Un total de 17 hogares de la localidad se han sumado a la iniciativa, que con una inversión inicial de 30.000 euros en total cubrirá buena parte de las necesidades energéticas de los socios.

La mitad de la inversión ha corrido a cargo de la Diputación Foral de Álava y del Gobierno Vasco, explica Iñigo, quien asegura que el Ayuntamiento de Vitoria, aunque no ha participado económicamente en la iniciativa, "nos apoya mucho, está muy a favor de las comunidades energéticas y de hecho va a abrir una oficina" para impulsar estas entidades en el municipio.

En ese sentido, el Consistorio ha programado una veintena de sesiones, en el seno de la agenda de Auzogunes, para dar a conocer estas comunidades, explicar cómo ponerlas en marcha y cómo hacer frente a los obstáculos económicos o burocráticos que Castillo ya ha salvado con éxito. La idea es generalizar su implantación en el municipio, y en ese sentido Iñigo trata de romper con la idea de que las comunidades energéticas han de ubicarse necesariamente en el entorno rural. "Dentro de la ciudad por supuesto que también se pueden hacer comunidades energéticas, de hecho, se quiere fomentar porque es un ámbito muy favorable", explica. Además, desde el punto de vista de su configuración jurídica, se trata de una figura muy flexible que permite elegir entre varias opciones. "No son incompatible unas u otras soluciones, puedes poner placas en tu propia casa, ser productor, productor-consumidor y consumidor, las tres figuras", afirma.

José Luis es uno de los vecinos que ha decidido sumarse a la iniciativa GazteluVatio, si bien quiere esperar a ver los resultados antes de valorar el paso que ha dado. "No sé cómo va a resultar esto, nos apuntamos principalmente porque hay que mirar la economía, y a partir de ahí somos todos muy ecologistas", señala José Luis, quien subraya que en la actualidad paga "el doble, más bien el triple, de lo que pagaba antes por la luz", y que por eso ha decidido sumarse a la comunidad energética del pueblo.

Su vecino José María, en cambio, prefirió no dar el paso, al menos de momento. "Lo que más me ha retraído es que en Álava hay pocas horas de sol, y me parece que puede haber otros sistemas más rentables que las placas, como molinos de viento u otras cosas que se están investigando ahora", explica. En todo caso, José María no descarta sumarse más adelante a la comunidad energética, habida cuenta de la escalada imparable en los precios de la luz.

El Consorcio de aguas Mendi Haran, la Junta Administrativa de Lasierra y el espacio de creación cultural Azala radicado en esta localidad de Ribera Alta se asociaron en 2020 para instalar un sistema fotovoltaico que genera la electricidad para sacar el agua del acuífero, para el alumbrado público, el Ayuntamiento, la iglesia y la quincena de vecinos de la localidad.

Este vecino de Castillo ha decidido formar parte de la comunidad energética GazteluVatio, ante unos precios del suministro eléctrico ya insostenibles.

José María cree que para las características del territorio hay otras formas de producción renovable de energía más eficientes, pero no descarta sumarse más adelante a la comunidad energética.

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Placas fotovoltaicas ha instalado la comunidad energética de Castillo en el tejado de la bolera de este concejo del municipio de Vitoria. En total, 17 hogares de la localidad se han sumado a la iniciativa, que ha precisado de una inversión de 30.000 euros.