El viernes 20 de mayo, Día Mundial de las Abejas, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos -COAG, de la que la alavesa UAGA forma parte- reclamó que la apicultura sea declarada por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Para ello, esta organización ha presentado ante el Ministerio español de Cultura 110.000 firmas. Los máximos responsables del sector apícola de COAG se han reunido ya con Carmen Cabrera, jefa del Área de Convenciones Unesco. Durante el encuentro, han presentado un extenso informe que acompaña a las firmas y en el que se justifica la candidatura presentada.

En la definición de Patrimonio Cultural Inmaterial, incluida en el artículo 2.1 de la Convención de Salvaguarda de Patrimonio Cultural Inmaterial (Unesco 2003), se indica que "se entiende por "patrimonio cultural inmaterial" los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural.

Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana".

La solicitud para que la apicultura sea declarada Patrimonio cultural Inmaterial de la humanidad cumple con la definición antes mencionada y se manifiesta en particular en cuatro categorías. Primero, en las tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial; los usos sociales, rituales y actos festivos; los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, y la utilización de técnicas artesanales tradicionales.

Según los datos oficiales del último censo apícola, elaborado por el Ministerio en el año 2021, España cuenta con 35.300 apicultores y un censo de 3.049.065 colmenas -datos REGA, marzo-abril 2021-. Resulta muy destacable este alto nivel de profesionalización de la apicultura española, que es el más alto de toda la Unión Europea.

En el caso de la COAG, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos es la primera organización agraria profesional de ámbito estatal, también en el ámbito de la apicultura, y representa a un censo aproximado de 15.000 apicultores, con cerca de 1,5 millones de colmenas en el conjunto del Estado. En el caso del País Vasco, la labor de los apicultores representa poco más del 1% del total nacional.

La apicultura es un oficio milenario imprescindible para nuestros ecosistemas naturales y agrarios y que está en una situación límite.

Según el Parlamento Europeo, el 76% de la producción de alimentos y el 84% de las especies de plantas dependen de la polinización que realizan las abejas.

La FAO y la Unesco han dado la voz de alarma sobre la creciente disminución de insectos polinizadores en todo el mundo. Las abejas melíferas son primordiales para la conservación y el mantenimiento de la biodiversidad y la conservación de especies amenazadas, tanto vegetales como animales. Por ello, resulta muy necesario que las Administraciones reconozcan el valioso trabajo -empleo verde- que desempeñan los apicultores, convirtiendo su oficio en un servicio medioambiental imprescindible. l