estigo excepcional de la adaptación de las águilas Bonelli en Montaña Alavesa, Paz Azkona es asesora externa del Proyecto Diputación Foral de Álava/Aquila a-LIFE. Desde esa colaboración, Azkona pudo seguir las evoluciones de Soraia y Leo, dos de las aves introducidas en la zona de Antoñana, su formalización como pareja y la triste pérdida de Leo junto a la esperanzadora llegada de Hegoi, un ave sin marcar.

Junto a otros muchos detalles de la historia de estas rapaces, la asesora ha contado en el boletín trimestral de la Junta de Antoñana el episodio de la muerte de Leo, gracias al seguimiento permanente que ha realizado durante muchos meses.

Cuenta que durante el pasado mes de febrero pudieron comprobar cómo las águilas se esmeraban en recubrir el nido con un verde tapiz de ramas frescas de encina y madroño y que Soraia iba reduciendo progresivamente su actividad, delatando que la puesta estaba cercana. Mientras, Leo se encargaba de defender el territorio y proveer de presas a la hembra.

Todo iba a las mil maravillas hasta que empezaron a ser testigos de un profundo cambio en la actitud de Leo, que de pronto se había olvidado de la zona del nido, ya no estaba pendiente de Soraia y era difícil detectarlo. Gracias al radio-seguimiento vieron que pasaba gran parte de las jornadas volando de un extremo a otro del territorio, tres días de un comportamiento poco habitual que no eran capaces de interpretar en ese momento.

Las malas noticias no tardaron en llegar. Paz narra que el 17 de febrero recibieron el mensaje de su emisor y comprobaron que le había pasado algo malo: se había detenido cerca de uno de los arroyos tributarios del río Izki. Rápidamente se pusieron en marcha y, junto a los guardas forestales y de parques naturales de Álava, se personaron en el lugar y confirmaron que Leo yacía muerto y parcialmente consumido.

La ubicación, el estado del cadáver y su comportamiento de los últimos días les hizo pensar que Leo había muerto mientras defendía el territorio frente a otra gran rapaz. El cuerpo presentaba varias heridas incisas entre las costillas y la quilla, compatibles con un ataque y posterior depredación. La necropsia practicada en Martioda confirmó las sospechas: Leo murió como consecuencia de una herida incisiva producida por una garra de rapaz que le atravesó el pulmón y lo mató en pocos minutos.

La tristeza por lo ocurrido fue inevitable: de pronto volvieron a vivir la emoción de su introducción, a recordar su viaje dispersivo en Portugal, la alegría al recibir noticias de sus aventuras en el estuario del Tajo; su retorno a Kanpezu y su reencuentro con Soraia; y el renacer de la emoción de ver los primeros aportes de ramas a lo que, después, sería un nido donde criar a Zélie.

Pero la naturaleza tiene sus propias reglas y el mismo día que recogieron el cadáver vieron cómo junto a Soraia volaba un ejemplar subadulto que, por su tamaño, parecía un macho.

Los días siguientes asistieron atónitos al comportamiento del nuevo compañero de Soraia. Hegoi, así lo han llamado, se comportaba como un macho territorial: volando continuamente con Soraia, realizando vuelos de marcaje de territorio, acosando a los buitres que se atrevían a volar en los cortados de nidificación y posándose junto a la hembra.

La naturaleza no entiende de duelos, no se los puede permitir, y tres días después de la muerte de Leo su sustituto compartía con Soraia el territorio: utilizando sus mismos posaderos y realizando vuelos sincronizados con la hembra. Unos días más tarde observaron a Hegoi realizando aportes de ramas a los nidos y copulando con Soraia. Desde entonces se han comportado como una pareja consolidada, volando siempre juntos, sin casi separarse, recargando los nidos en uso, traspasándose las cebas en vuelo. Acompañando a Soraia, Hegoi conoce ya a la perfección el antiguo territorio de Leo.

Para Paz Azkona este suceso deja un mensaje muy positivo y la confirmación del éxito del programa. Y es que con la sustitución de Leo han comprobado que los territorios consolidados tienen un efecto llamada sobre los ejemplares de águila de Bonelli procedentes de otras regiones peninsulares y que el territorio formado en la Montaña Alavesa, gracias al proyecto Aquila a-LIFE, tiene porvenir.