Los emblemáticos buzones con forma de cabeza de león en el señorial edificio de Correos de la calle Postas ya no tragan correspondencia. Unas chapas de aluminio galvanizado en su garganta impiden que lo que, hasta antes de la reforma del inmueble, era un gesto habitual de muchos gasteiztarras ha pasado a formar parte del recuerdo.

La profunda transformación del edificio y las obras para hacerlo accesible se han terminado por llevar por delante estos singulares buzones en pleno centro de la capital y en el que han sido miles de vitorianos los que han depositado sus cartas y también los más pequeños enviaron alguna vez su lista de regalos deseados a los magos de Oriente.

Los cambios en la sede central de Correos supusieron que en la pared en la que históricamente estaban colocados se derribó para ubicar un elevador que facilitara el acceso al interior del edificio y la planta de atención al público. Por este motivo, se eliminaron de esa pared y, a la vista de los comentarios que surgieron por su supresión, desde la compañía se optó por volverlos a colocar pero con una función totalmente simbólica y sin atender a la voracidad de estos felinos a la hora de tragarse nuevas cartas.

Cierto es también que el envío de correspondencia particular no tiene ya la notoriedad y relevancia de épocas pasadas y son muchas menos las misivas que se envían a través de Correos con el aumento de los correos electrónicos o las aplicaciones de mensajería instantánea.